Qué manía tenemos con etiquetar a los niños y niñas.
Desde el típico comentario de «este la lía siempre», «esa es una pieza» o «Fulanito no da más de sí» que cada vez más intentamos evitar, al «Manolita es muy buena en Matemáticas», «Genaro es un crack escribiendo» o «su asignatura más fuerte es Música» que solemos decirles a la cara creyendo que hacemos bien.
No hacemos bien. Aunque parece que sí, porque estamos alabando algo en lo que son buenos, ¿cómo puede ser esto algo malo?
Definamos malo. Digamos que no es beneficioso, o no del todo. Y me explico.
Etiquetar a los niños es definirlos
Hace muchos, muchos años, una profesora en EGB escribió una nota en el boletín de una niña de su clase de cuarto. El comentario era algo como «Está claro que su asignatura favorita es Lengua Castellana», algo a primera vista inocente y bien intencionado.
A la niña en cuestión le sentó como una patada en las tripas. Porque ese trimestre, por el tema que estaban dando tanto en Lengua como en Matemáticas, su asignatura favorita era Matemáticas.
La niña se lo dijo a la profesora, que se tomó el comentario a coña y se echó a reír. «Sí, puede ser que ahora te gusten más las Matemáticas porque son más fáciles, pero eres mucho mejor en Lengua».
La niña aún se acuerda de esta conversación que tuvo hace treinta y cinco años. La niña todavía le da vueltas a lo que le dijo su profesora.
Mira, te lo voy a decir: la niña era yo.
Sé que mi hábil disfraz te había despistado. Perdón por tratar de engañarte.
Influencers para bien y para mal
Nos guste o no, los y las docentes tenemos cierta influencia en los niños y niñas que caen en nuestras manos. A veces no tanta como nos gustaría, y desde luego nada comparado con la que tiene la familia o ciertas estrellas mediáticas, pero algo.
Cuando etiquetamos a un niño o una niña, lo estamos condicionando. Estamos diciendo, la gran mayoría de veces sin querer, que valoras más (o menos) una parte de sus capacidades/personalidad/inteligencia que otras.
Esa profesora que me dijo que era buena en Lengua cuando yo lo que quería era ser buena también en Mates me condicionó. A un nivel mínimo, ojo, no nos tiremos al drama, pero lo hizo.
Me dijo que se estaba fijando más en un aspecto de mí que en otro. Que, aunque mis notas en Matemáticas eran buenas, nunca serían excelentes.
Acertó, sí. Pero, ¿lo hizo porque tenía razón, o por eso de las profecías autocumplidas?
Sospecho que algo de lo segundo hubo, aunque solo fuera un poco.
¿Una única fortaleza?
Puede que aquella profesora tuviera razón, sí. Siempre me he considerado de letras (lo que quiera que eso signifique) y desde luego no puedo decir que me haya ido mal en la vida siendo así.
Pero yo tenía 9 años cuando me catalogaron como buena en una cosa, no tan buena en las demás. Nueve.
Desde entonces, el resto de profesoras, mis padres y cualquier adulto que me conocía dieron por supuesto que los ámbitos en el que yo iba a destacar eran Lengua e idiomas varios.
Nadie esperó que fuera buena en Matemáticas, más allá de aprobar la asignatura y tener una buena base que me permitiera tirar con ellas hasta poder abandonarlas (en COU).
Nadie me permitió nunca menos de un 6 en Lengua o Inglés.
Y hoy, día en el que cumplo 44 añazos, pienso que tengo lagunas muy importantes en mi formación científica que solo me importan a mí, porque obviamente he llegado hasta donde estoy (que no es mal sitio) tirando de mis fortalezas, y eso mola. Pero me hubiera gustado ser capaz de resolver problemas matemáticos complejos, o entender teorías físicas que se escapan a mi capacidad, porque dejé de estudiar física en 2º de BUP.
Etiquetaron a esa niña de nueve años, y en mi caso salió bien. Sí, Lengua era mi fuerte. Pero las personas tenemos más de un fuerte, más de una habilidad, y cuando marcamos a una peque y le decimos que es muy buena solo en un aspecto, la estamos condicionando. Etiquetando.
Aunque sea con la mejor intención del mundo.
Por eso, dejemos las etiquetas para el mundo de los adultos, e incluso en ese mundo, mejor en las redes sociales, porque últimamente tenemos una habilidad creciente para marcar a la gente como A o B nada más conocerla.
Dejemos que la gente tenga sus fuertes, en plural, y sobre todo cuando aún no saben ni qué van a ser de mayor, qué les gusta, qué saben hacer mejor.
Pensándolo mejor, no etiquetes tampoco en redes sociales. Que no veas la rabia que da ver fotos tuyas por ahí y gente que sabe dónde has estado mejor que tú.
Sé tú. Y deja que los demás sean como les dé la gana.
Sí, hoy, 13 de noviembre, es mi cumpleaños, 44 castañas de nada. Si me quieres hacer un regalo que también sea un regalo para ti, puedes comprar un ejemplar de mi nueva novela, Antes de que todo se rompiera, y pasar un rato estupendo con un grupo de adolescentes que también reniegan de etiquetas varias. Si quieres saber más sobre la novela, puedes hacer click aquí.
En la sección de Mis libros encontrarás, además, información sobre Armarios y fulares y Profe, una pregunta, mis dos libros anteriores, de los que también estoy muy orgullosa y que espero que te gusten tanto como a mí me gustó escribirlos.
Gracias por pasarte por aquí. Este rincón no existiría sin ti.
No Comments