Llevo una temporada en la que no hago más que quejarme, así que me vas a permitir que hoy me ría un poco. Quizás lo haga a tu costa, porque el artículo de esta semana va de tipos de docentes y lo mismo te ves reflejada en alguno. Do not panic, que diría aquel: yo también estoy (a ver si adivinas quién soy, lo he puesto muy difícil). Si no supiera reírme de mí misma, no me atrevería a reírme de los demás.
Pero de buen rollito, en serio.
Por supuesto, las categorías están basadas en mi propia experiencia y se centran, sobre todo, en lo que he visto en Primaria. Si quieres desternillarte con los tipos de docentes en Secundaria, echa un ojo al libro de Nando J. López. Ya me darás las gracias más tarde.
Tipos de docentes más comunes en Primaria
La profe-mamá
La has tenido, tanto de profesora como de compañera, y lo sabes. Es esa mujer que nunca levanta la voz en clase y a la que le da cosa castigar a los peques porque «no es para tanto», aunque los haya pillado haciendo pintadas en el baño. La profe-mamá habla con ellos y ellas, les dice lo dolida que está, les perdona todo y tolera con normalidad un nivel de ruido y desorden en clase que sería constitutivo de delito en algunos países.
Cuando le tocan cursos bajos, es una profesora adorada por los y las peques; cuando le toca dar quinto y sexto, su clase también la quiere mucho, pero eso no evita que le tomen el pelo como les da la gana. Las familias no se explican cómo sus hijos e hijas se portan tan mal ahora, si el año pasado nunca recibieron ninguna queja.
Quizás porque estaban con…
La sargenta de hierro
(Nota: aunque la RAE no lo acepta y, para variar, dice que es «la mujer del sargento» o tiene connotaciones despectivas, yo uso «sargenta» simplemente como femenino de «sargento». La connotación, que se la ponga quien quiera).
Da igual en qué curso dé clase, aunque suele estar con los mayores: en el aula no se oye ni una mosca. Nadie se porta mal, nadie pestañea, nadie levanta la cabeza del libro. No suele tener problemas de comportamiento porque una sola mirada disuade al gamberro de liarla parda.
En su clase no se habla de lo que ha pasado en el patio, ni se arreglan problemas que se puedan traer de la calle. Su función es asegurarse de que aprendas, y vas a hacerlo por las buenas o por las malas. A la mínima, abre un parte o llama a casa. Las familias no se quejan porque, admitámoslo, también les da un poco de miedo.
Quizás le hayas oído decir aquello de «pues a mí me trabajan» en las reuniones de evaluación. Como para no. Si hasta cuando lidera ella la reunión prestas atención, porque te acojona.
La fichas
Da igual qué tema esté trabajando, qué asignatura dé o cuál sea su objetivo: ella quiere fichas. Si vienen de una editorial para presentar un nuevo material, ella va a preguntar por el libro de ejercicios y si es fotocopiable. Si estáis haciendo una unidad especial sobre la violencia de género, va a pedir fichas; si es una actividad sobre la paz, fotocopiará una paloma para colorear. Su lema: si no producen algo, lo que sea, no están aprendiendo.
¿Religión? Fichas. ¿Inglés? Ficheishon. ¿Euskera? Fitxak. Todo lo que no está clavado al suelo es susceptible de ser fotocopiado y convertido en…
Fichas, he dicho. Fichas.
La proyectos
Enemiga mortal de la anterior.
Bueno, mortal igual no, pero no dejes grapadoras sobre la mesa si se sientan juntas en una reunión. No, tijeras tampoco. Qué demonios: no dejes que se sienten juntas en una reunión.
Esta no quiere ver una fotocopia ni en pintura, a no ser que sea para pegarla en la pared con las instrucciones del proyecto.
Es capaz de diseñar una maqueta para aprenderse el abecedario. De usar un mapa en clase de música. De hacer que los niños y niñas no se sienten en toda la mañana, sin crear caos ni dejar de trabajar.
A principio de curso, su clase suele ir a casa diciendo que no han hecho nada. A final de curso, son los que mejor controlan el currículum de Geografía de todo el colegio y los únicos capaces de replicar un poblado íbero con palillos y plastilina.
La reconocerás porque en las reuniones de evaluación dice aquello de «conmigo se porta bien». A lo que «La Fichas» responderá (seguramente por lo bajini): «Cómo no se va a portar bien, si se pasa la hora jugando con el pegamento».
Sepáralas, hazme caso.
La tecnológica
Tiene una app para cada ocasión. No importa qué se te ocurra, ella sabe cómo hacerlo con el ordenador. ¿Pasar lista? Hay una app. ¿Exámenes molones? Por favor. Dale un enchufe, una conexión a Internet y un cacharro con un chip y te dará la clase del siglo.
En la escuela pública, este tipo de docente escasea por razones obvias.

El año pasado nos deshicimos en el cole de varios ordenadores de este tipo. Me gustaría que esto fuera broma. De verdad.
La obsesionada con el libro
Su objetivo en la vida es terminar el libro. Caiga quien caiga, arda lo que tenga que arder.
¿Carnavales? Vale, pero a última hora hacemos Mate, que tenemos que terminar el libro. ¿Último día de clase? Nos quedan diez páginas del libro de Lengua. ¿Simulacro de incendios? No, nosotros no salimos, que hay que hacer esta página o perdemos el ritmo y mañana toca hacer dos.
Si por cualquier cosa se retrasa, manda deberes. No importa que no se haya dado todavía, que no sepan hacerlo, que no entre en el currículum de ese año: si está en el libro, hay que hacerlo.
Si le preguntas, te dirá: «Los libros cuestan un dinero, a ver cómo les explico yo a los padres que no lo hemos terminado». Aunque todavía no haya conocido a un solo padre, madre, abuela o tutor legal que se haya quejado por dejar el último tema sin dar. En 22 años.
La guay
La profe guay suele ser joven, dinámica, millenial y un poco laxa con las normas, aunque no llega al nivel de la profe-mamá. Los y las peques quieren ir con ella a todas partes, quedarse en clase a la hora de patio, bajar con ella de la mano hasta la puerta de salida (incluso los de sexto).
En su versión más común, es la estudiante de magisterio que viene a hacer las prácticas y los niños y niñas saben que va a decir sí a todo lo que le propongan o le pidan.
La de infantil que se pasó a primaria
La reconocerás porque es la que les suena los mocos a los de sexto (sí, también al repetidor que ya tiene trece años y sombra de bigote) y la que dice a su clase que los de tres años se portan mejor y saben sentarse sin dar tanta guerra.
(Mentira. Mentira, mentira, mentira. Pero su clase no tiene por qué saberlo).
A los dos años de cambiar de etapa, más o menos, pueden pasar dos cosas: que no entienda cómo ha sobrevivido tanto tiempo en Infantil o que le ruegue a la inspectora, de rodillas y llorando, que la deje volver con los monstruos de cuatro años. Al menos con ellos no se le descuajeringa la espalda cuando los coge en brazos.
La de inglés
La reconocerás porque… porque…
La reconocerás. Seguro.

San Patricio: el Halloween para adultos, en el que en vez de caramelos se reparte cerveza negra. God bless St. Patrick’s Day!
¿Qué otros tipos de docentes conoces tú?
¿Con cuál te identificas más?
Si te ha gustado este artículo, puede que también te guste este libro sobre educación en el que cuento aún más cosas sobre cómo es dar clase. O quizás te apetezca leer una novela con uno de esos profes guays, aunque ni es millenial ni da clase en Primaria. Y si lo tuyo es secundaria, seguro que encuentras a alguno de tus alumnos reflejado en este otro.
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