Se acaba el segundo curso que paso en Texas, aunque podría decirse que el primero no cuenta. Con la dichosa pandemia, las clases se paralizaron y hubo muchas cosas que he vivido este año que no viví. Algunas de esas cosas han sido maravillosas; otras, no tanto. Por eso hoy vengo a hablarte de lo bueno, lo feo y lo malo de esta experiencia.
LO BUENO, LO FEO Y LO MALO DEL PRIMER AÑO COMPLETO EN TEXAS
Lo bueno
Se suele dejar lo mejor para el final, pero hoy me he levantado de buen humor y voy a empezar por lo bueno, que hay mucho.
La gente
Lo más importante. Y hablo tanto de la que participa en el programa y viene contigo como la que conoces en el trabajo. Sí, siempre vas a tener a una petarda a la que no soportas, o al pesado de turno con el que ya no puedes más, pero es lo que pasa cuando te haces adulta, no todo el mundo tiene que ser tu amigo.
Pero, por lo general, la gente que vas a conocer a este lado del charco te abrirá a nuevas realidades y conseguirá que te replantees alguna que otra verdad que creías absoluta. Por exigencias del guion, vas a juntarte con personas que se salen mucho de ese círculo al que estás acostumbrada, y te verás compartiendo mesa y aventuras con quienes, en otras circunstancias, jamás hubieras conocido.
Ya sea por origen, por distancia social, por creencias políticas o religiosas… Aquí viene todo el mundo y todos terminamos llevándonos bien.
Más o menos. La mayor parte del tiempo.
El aprendizaje
No hay nada que iguale lo que vas a aprender con esta experiencia. Incluso si sale mal llevarás varias lecciones en la maleta, de esas que nunca se olvidan porque no quieres pasar otra vez el mal trago. Y hay muchas posibilidades de que las cosas salgan bien y termines con un saco enorme de experiencias positivas.
Desde mejorar tu nivel de inglés a aprender nuevas metodologías en el aula, o manejarte con la organización de un sistema que nada tiene que ver con el nuestro. Darte cuenta de que muchas de las cosas que te cuentan en las películas son ciertas y que otras muchas son fruto de Hollywood; que lo de las graduaciones es verdad y que, aunque creas que es una tontería y una ñoñez, terminas llorando a moco tendido como en las películas, sí.
(Le pasó a una amiga. Eso, a una amiga).
Descubrir que puedes hacer cosas de las que nunca te creíste capaz. Aprender facetas sobre ti misma que no conocías. Manejarte en una sociedad muy distinta a lo que estás acostumbrada y sobrevivir.
Y, con suerte, inglés también, sí.
El valor que tienes
No hablo de valor como sinónimo de valentía (que también), sino de lo que se te aprecia como profesional.
Por más que nos lo dijeran una y otra vez desde que empezamos con el programa, todos vinimos con el miedo en el cuerpo por lo que nos iban a pedir y lo que íbamos a ser capaces de dar. Es un sistema distinto, exigente, donde tu plaza no está asegurada, y tengas los planes que tengas (quedarte solo un año, alargarlo más, ver qué pasa), los nervios son normales.
Pasados los primeros meses, donde todo es nuevo y solo con las siglas que te tienes que aprender terminas medio loca, te das cuenta de que no te están pidiendo nada que no sepas hacer. Es más, a nada que vengas con un puñado de años de experiencia, no vas a tener ninguna dificultad en llevar las clases como aquí les gusta y destacar por lo bueno. No hay más que ver el porrón de premios de «Teacher of the Year» que se llevan los PPVV.
Y no es una apreciación subjetiva, porque van a entrar en tu clase con asiduidad y te van a observar. Van a mirar tus resultados y van a analizar todo lo que hagas en la escuela. Y, aunque sé que ahora mismo esto te está acojonando un poco, por decirlo en fino, tú vas a pasar todas esas observaciones sin ningún problema.
Porque eres una profesional. Y aquí lo van a apreciar incluso más de lo que te aprecian en casa.
Lo feo
Que tampoco es cuestión de pintar todo de color de rosa. También hay cosas feas.
La competitividad del sistema americano
No hablo de la competitividad entre maestros, sino de la que se inculca en el aula.
Nada de aprendizaje cooperativo, nada de juegos para inculcar el trabajo en equipo. Esos bingos en los que hacía trampa para que ganaran quienes aún no se sabían los números pasaron a la historia. Todo aquí está enfocado a que gane el mejor. En según qué centros, incluso competirás con la clase de al lado por los resultados de tu clase.
La individualidad americana se entiende mejor cuando ves su sistema educativo, no digamos ya cuando experimentas alguna de sus asignaturas. Todos los años, en todos los cursos, los niños y niñas reciben clases sobre educación financiera y emprendimiento laboral. Se les habla de lo que gana un veterinario, de qué hay que hacer para pedir un crédito si quieres montar tu propio negocio, los pros y los contras de trabajar para otros…
No me malinterpretes, no lo veo mal a según que edades, pero por debajo de los diez años me parece un poco excesivo. Ojalá me lo hubieran explicado a mí a los veintipocos, pero a mis peques de quinto se les queda grande.
El rechazo
El rechazo en la calle por ser de fuera no suele darse, o al menos ni lo he vivido ni conozco a nadie que lo haya sufrido. Pero en el cole, a veces, sí.
Pasa poco, pero pasa.
Compañeras que no están de acuerdo con que estés aquí. Gente que no entiende que se hayan ido hasta España a buscar profesores bilingües, con México tan cerca. Te tocará oír algún comentario, sobre todo de gente que no te conoce bien, sobre lo apropiado de tu presencia en el país.
A mí me llegaron a decir que el único motivo por el que me habían traído era porque el gobierno español pagaba la estancia del superintendente y era una excusa perfecta para pegarse quince días de vacaciones en Europa por todo el morro.
Gracias por la parte que me toca, coleguita.
La gran mayoría de estos comentarios vendrán desde el desconocimiento. En cuanto te conozcan y vean lo gran profesional que eres, dejarán de preguntárselo o, si lo siguen haciendo, lo harán desde la envidia.
Por suerte, los distritos y colegios que participan en el programa suelen llevar varios años haciéndolo y saben bien lo que aportamos al sistema. Las direcciones nos quieren aquí y las compañeras no tardan en darse cuenta de que no venimos a quitarle el sitio a nadie, sino a crear nuestro propio hueco.
Piensa que gilipollas hay en todas partes. Por suerte, suele haber pocos.
Lo malo
La distancia
Dicen que la distancia es el olvido… y a veces sí, pero otras no tanto.
Estados Unidos está muy lejos de Europa. Es un país muy grande en el que vas a vivir aventuras maravillosas, conocer gente espectacular y aprender un montón, pero a cambio vas a tener a familia y amigos muy lejos.
La mayoría de los días, con las videollamadas será suficiente. Pero cuando pase algo o necesites un achuchón de alguien que te conoce bien, el día se te hará muy cuesta arriba.
Si encima estás viviendo en tiempos de pandemia y no te han dejado ni irte a casa en verano, imagina el resto.
Se suele decir que mal de muchos, consuelo de tontos, pero el hecho de que todos por estos lares estemos igual ayuda mucho. Llamar a alguien para dar un paseo y decir lo mucho que te pesa la distancia no es lo mismo que ver a tu familia, pero entender que es temporal y que en la balanza también hay muchas cosas a cambio es un remedio maravilloso. Hacer de tu grupo de amistades una pequeña familia, marcarte un viaje casi improvisado, organizar un brunch en casa porque todo el mundo está de bajón…
Todo tiene arreglo, aunque a ratos se pase mal.
Lo mejor
A ver si pensabas que no iba a terminar con algo positivo. ¿Por quién me has tomado, vamos a ver?
Los viajes
Nada, NADA supera los viajes que vas a hacer mientras estés aquí. Ya seas un fan de playa o montaña, de ciudad o campo, de historia o modernidad, lo tienes todo. Este país es enorme y siempre va a haber algo que te guste.
Vale, historia antigua no tiene mucha. Y si no te gustan las ciudades grandes, siempre puedes comentar, como hizo una amiga madrileña hablando con sus padres, que Nueva York es «una ciudad, sin más».
Vas a poder ver ciudades que llevas años viendo en televisión; verás parques y maravillas naturales que en Europa no existen. Toda esa historia que hemos bebido de manos de Hollywood casi sin darnos cuenta cobrará vida cuando estés aquí.
Viajarás barato, porque lo harás en grupo. Vivirás el tipo de aventuras que vivías cuando ibas con la mochila en el Eurotren, o las que, como yo, no te atreviste a vivir en su momento. Lugares que nunca pensaste que visitarías (Alaska, ¡Hawaii!) estarán más accesibles que nunca.
Sí, vienes a trabajar y esto no es un Erasmus ni una beca. Pero vas a viajar como nunca soñaste.
Como ves, en el balance de lo bueno, lo feo y lo malo lo tengo claro: gana lo bueno.
Aunque lo otro lo haga a ratos cortos.
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