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Escuelas LGTB+: más cerca que nunca

12 junio, 2019

Escuelas LGTB+. Vaya concepto. Parece que hablamos de la escuela Montessori, Waldorf o concertada, ¿verdad? Una escuela donde la metodología gira entorno al alumnado o a las familias LGTB+, o una donde solo se trabajan contenidos que tengan que ver con personas LGTB+.

Más de uno y más de una ya se piensa que existen escuelas LGTB+ donde se adoctrina a los niños y niñas en ideología de género, se anula la presencia de las personas heterosexuales y se crían feminazis y homosexuales para invadir el mundo y eliminar a los hombres del mapa,  por tanto ¿por qué no llamarlas por su nombre? Suena genial, no me digas.

Mal que les pese a esa gente defensora de «la tiranía del lobby LGTB+», no existen escuelas LGTB+, o no al mismo nivel que el resto que menciono en el primer párrafo (ojalá; a gusto las cambiaba). Lo que sí existen son escuelas donde la diversidad sexual y de género son una parte muy importante de su ideario y de su forma de trabajar.

En estas escuelas, por ejemplo, rara vez se hacen actividades especiales el 17 de mayo, día contra la homofobia, porque ya están integradas en la vida diaria de la escuela. Ojo, que no tiene nada de malo hacer actividades especiales y tener un día de concienciación con el tema, pero de poco sirve si después no se trabaja en el día a día.

¿Y cómo se trabaja algo así con naturalidad? Igual que se trabaja el feminismo, el respeto entre iguales, la paz, la tolerancia, la no violencia: de forma transversal, para que esos valores lleguen a los y las peques de forma tan natural como les llegan las normas del heteropatriarcado.

(Dice mi hermano que, cada vez que alguien dice esta palabra, muere un gatito. Yo digo que nace uno morado o con la bandera arcoíris dibujada en el lomo).

Sé que hay colegios donde la concienciación con este tema es bastante fuerte, pero por una cosa u otra no consiguen que el respeto, la tolerancia y la empatía hacia el colectivo LGTBQ+ despegue en su centro, o quizás en su clase. Puede ser por miedo a cómo reaccionarán las familias, porque una clase en concreto responde muy mal ante el tema (y por eso mismo hay que tratarlo más aún) o porque, horror de los horrores, el claustro o la dirección no se quiere mojar. Personalmente, creo que este es un tema en el que no solo nos tenemos que mojar, sino tirar a la piscina y hasta nadar en alta mar, si hace falta.

Aunque entiendo que es difícil cuando lo tienes todo en contra. Sobre todo, si no te apoyan las compañeras o las familias se te enrocan.

Pero puedes hacer pequeñas cosas que marquen la diferencia. Hasta el camino más largo se empieza con un primer paso.

Escuelas LGTB+: Paso a paso

Representación

Si solo haces una cosa en el aula en pos de la normalización de las personas LGTB+, que sea esta. Nada de charlas, ni explicaciones, ni coloquios, ni talleres: lleva personas o personajes LGTB+ al aula.

Me da igual la edad que tengan tus alumnos y alumnas, me da igual la asignatura. Aprovecha cada instante para mencionar o hablar de personas abiertamente LGTB+ en tu clase. En Lengua, lleva libros que tengan personajes no heterosexuales (y ya vas para premio si también hay personajes no blancos, o con alguna discapacidad). Es todo un reto encontrar un libro infantil donde los personajes no estén ahí por ser homosexuales (del tipo «Teo tiene dos mamás»); no tengo nada en contra de ellos, pero a veces resulta forzado y parecen escritos solo para tratar este tema, y ese no es el objetivo.

Trata de llevar al aula libros con una historia que no tenga nada que ver con la sexualidad de los personajes. En Proyecto Bruno, por ejemplo, una de las protagonistas tiene dos madres, y a este hecho se le da la misma importancia que al padre y la madre de otro. La representación requiere normalidad, no tomar la heterosexualidad como la opción por defecto, y ahí fuera hay libros que ya lo hacen, aunque cueste encontrarlos. 

En cursos más pequeños (estoy pensando en Infantil), puedes usar imágenes, fotografías, cuadros, portadas de discos… cualquier ejemplo de parejas o familias diversas de las que hables luego con normalidad. Esta que ves aquí es una muestra de las fotos que tenemos en nuestro rincón de la casa en Infantil (hay más, pero no cabían); no se hace hincapié en ellas, simplemente están ahí, con absoluta normalidad, porque son una muestra de las familias que hay en el cole.

No soy muy partidaria del dichoso «una imagen vale más que mil palabras», pero en esta ocasión, sí.

Es fácil, es barato, es efectivo. Y ya has plantado una semilla que, cuando crezca, les hará ver que no hay una sola manera de formar una familia. Como la canción que está haciendo la ronda por las redes Y QUE LLEVO UNA SEMANA SIN PODER DEJAR DE CANTURREAR (y ahora tú tampoco, MUAJAJAJA).

Express yourself

Ya lo decía Madonna, ¡y qué razón tenía!

Quizás este sea el segundo paso (o tercero, o cuarto, dependiendo de cómo esté el tema en tu cole), pero uno muy importante en el que tú tienes una parte fundamental, sobre todo si eres hombre.

¿Qué tipo de ropa sueles llevar al colegio? ¿Qué tipo de ropa llevan tus alumnos (y aquí el masculino no es genérico)? Colores oscuros, pantalones, camisetas, pelo sin adornos, quizás una gargantilla de cuero con un colgante pequeño… ¿A que he acertado?

¿Alguien va de rosa, o de cualquier color vivo y alegre? ¿Se recogen el pelo los que lo tienen largo? ¿Se ha atrevido alguno a llevar algo que no sean pantalones un día que no sea Carnaval?

Lo normal es que contestes a todo que no, y es una pena. A los niños, como a las niñas, les gusta expresarse con la ropa y los complementos, pero ya desde pequeños les decimos que sus opciones son muy limitadas. En clase de tres años, una compañera les pintaba las uñas a los niños y niñas; al año siguiente, un padre vino a quejarse, porque qué era eso de que su hijo saliera del colegio como un maricón, y algunos chicos ya no querían que se las pintara (cuando meses antes habían alucinado).

Tú eres su modelo a seguir. Tú puedes llevar una camiseta rosa. No te pido que vayas con vestidos a clase (aunque por qué no), pero puedes ponerte una coleta con una goma de colorines, una pulsera llamativa.

Y, cuando un niño venga con algo que, generalmente, un chico no llevaría, piensa qué le dirías a una niña si llevara lo mismo. Yo huyo de juicios a su físico y muchas veces me limito a preguntarles si es nuevo, o decir que el color es muy bonito en lugar del dichoso «qué guapa estás», pero si alabarías a una niña, alábalo a él de la misma manera.

Escuelas LGTB+ con arquitectura LGTB+

Sí, la arquitectura también importa. Es el último paso y es para nota, pero hay escuelas que lo están teniendo en cuenta cuando toca reformar según qué espacios.

Empezando por los baños. ¿Por qué insistimos en separar al alumnado por género cuando llegan a Primaria? En Infantil, en la mayoría de los colegios, comparten baño. ¿Por qué poner la barrera del pudor (si es que el problema es el pudor) en los seis años? ¿Por qué tiene que definirse un niño trans a la hora de ir a hacer pis? Fíjate lo que estamos cargando sobre sus hombros a una edad tan pequeña, vaya elección. ¿De verdad es necesario que haya baños binarios?

Lo mismo pasa con los vestuarios. Aquí me surgen más dudas, porque es verdad que la libertad también incluye a aquellas personas que sentimos pudor al desnudarnos delante de otras (por educación, por complejos, por lo que sea), pero una reforma arquitectónica en las escuelas LGTB+ debería tener en cuenta al alumnado trans, porque no es tan difícil y puede ahorrar una parte enorme de la carga psicológica que arrastran estas criaturas en nuestras escuelas.

(De niñes no binaries no voy a hablar, porque me falta información y corro un riesgo tremendo de meter la pata, pero estoy segura de que una reforma así también les beneficiaría. Si tú conoces algún ejemplo, te agradeceré la información).

Resumiendo: las escuelas LGTB+ que ojalá existieran

En las escuelas LGTB+ de mis sueños, los niños van con faldas, con gomas en el pelo, con diademas o vestidos, con lo que les da la gana. Las niñas también se expresan como quieren, juegan a lo que les da la gana, nadie ocupa el ochenta por ciento del patio y nadie tiene miedo a que se rían por cómo se viste o cómo se recoge el pelo.

En las escuelas LGTB+ de mis sueños, el profesorado ha recibido formación sobre diversos aspectos alrededor de alumnado trans, bisexual y homosexual, utiliza los términos correctos y se esfuerza por aprender (aunque mete la pata de vez en cuando, pero cada vez menos, y cuando lo hace, pide perdón y se corrige).

En las escuelas LGTB+ que quiero ver, las familias tienen muy claro el ideario del colegio, comparten sus valores y educan a sus hijos e hijas en el mismo entorno de respeto.

Las escuelas LGTB+ ya no son una utopía ni un sueño: algunas ya existen. No son perfectas, les queda mucho por aprender y mejorar, pero están en el camino hacia ese ideal en el que cada niño, niña y niñe pueda expresarse como se siente. Y cada familia, sea como sea, se sienta bienvenida.

Pronto, todas las escuelas (públicas) serán LGTB+. Tiempo al tiempo. Verás.

 

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