Estas últimas semanas hemos vuelto de nuevo a agotar el tema de las lecturas obligatorias y la afición a la lectura. Como ya te hablé de eso hace siglos en esta entrada con la que todavía estoy de acuerdo (no siempre pasa, cambio de opinión cuanto más aprendo), no voy a hablar hoy del tema. De lo que sí te voy a hablar es de los clásicos y de los adolescentes. O mejor dicho, de clásicos que, a nada que se les presente con un poco de tino, cualquier adolescente disfrutará.
Clásicos y adolescentes
En el tema de los clásicos de la literatura, hay algo que no podemos olvidar: la gran mayoría no fueron escritos para eruditos ni con el objetivo de convertirse en clásicos.
Las obras de William Shakespeare, si es que alguna vez existió alguien con ese nombre, eran el equivalente de nuestro cine de palomitas, de películas de super héroes, de peli de sobremesa de Antena 3. Era lo que la gente de a pie iba a ver porque no había otra cosa que hacer.
Tiraban lechugas podridas a los actores si no les gustaba la obra. Se comían un muslo de pavo a medio metro del escenario. Gritaban y participaban en la obra, y se burlaban de las partes que hoy consideramos obras de arte (Hamlet sujetando la calavera tuvo que ser unas risas).
Los temas de esos clásicos han sobrevivido porque son universales. Tan universales que nuestros adolescentes también pueden sentirse identificados con ellos… siempre y cuando no les hagamos leer tres libros al mes, sin ningún tipo de guía o de apoyo, y entregar un trabajo de 20 páginas de cada uno.
O leerlo en castellano antiguo.
Romeo y Julieta, o el amor imposible
«Me obligaron a leer Romeo y Julieta en el instituto y fue la razón de que dejara de leer en mi tiempo libre».
Una de dos, cari: o mientes, mientes, se te caen los dientes, o tu profe de Literatura te dio el libro y dijo «Leed en silencio, que me duele la cabeza».
Los profes de Literatura no siempre son seres de luz.
Romeo y Julieta es la obra que ha inspirado West Side Story, Rebeldes y, si me apuras, hasta Rojo, blanco y sangre azul. Es la historia de amor imposible por excelencia, de rebeldía contra el mandato familiar, el estatus, las normas.
No me imagino a ningún adolescente que no sea capaz de identificarse con esta obra.
En una de las muchas escuelas en las que he trabajado hicimos una formación sobre Lecturas Dialógicas. El ponente (un docente en activo, ¿te lo puedes creer?) nos habló de cómo había trabajado clásicos con aquella técnica con los grupos más dispares. Uno de ellos fue un grupo de adultos gitanos que trabajaban en su alfabetización, con los que le fue casi imposible pasar a la siguiente lectura porque quisieron sacarle hasta la última gota. Se sentían tan identificados con la trama que no lo querían dejar.
Estaban aprendiendo a leer. Con Romeo y Julieta. Y les flipó.
El truco, como siempre, es saber venderla.
La casa de Bernarda Alba: ríete tú de los culebrones turcos
Yo también he sido adolescente, y yo también me he resistido a las lecturas obligatorias.
Recuerdo que estudiamos a Lorca en COU (sí, estudié COU, soy así de mayor) y, a pesar de que sabíamos para cuándo tenía que estar terminada la lectura de La casa de Bernarda Alba, nadie se había puesto con ella todavía. Estábamos en el tema anterior y el profesor mencionó la obra, y dijo algo sobre «la locura de pasarte ocho años de luto sin casi salir de casa».
Toda la clase hizo «OOOOOOOH», «QUÉ DICES», «BUAH, CHAVAL». Al profesor casi le da un perreque porque se dio cuenta de que nadie la había empezado siquiera.
Yo la empecé aquella misma tarde. Y claro, me encantó.
¿Qué adolescente no va a sentirse identificada con la historia de una madre autoritaria que no la deja salir de casa? Volvemos al tema del amor prohibido, al del príncipe azul, al de escapar de una vida que no les gusta. Pelear por el chico al que quieres, hundirte en la ruptura, ver que tu mundo no es el que tú quieres ser porque los adultos de alrededor te lo han jodido.
Se llama «angustia adolescente». Nirvana lo bordó, pero no lo inventó.
¿Queda una obra antigua porque es de una época pasada? Si el tema es uno que te toca tan de cerca como los que trata Lorca en esta obra, no. No tienes por qué machacar el contexto histórico que la rodea, o centrarte solo en eso. Si vas solo al contenido de la obra, La casa de Bernarda Alba está tan cerca de la adolescencia de hoy en día como lo estaba de la mía.
La Celestina, o la obra peor tratada de la literatura española
Lo confieso: odié La Celestina. Me hicieron leer fragmentos y no la volví a coger después del instituto.
Claro que me la hicieron leer en castellano antiguo, antes de Internet y la posibilidad de encontrar una copia en castellano comprensible.
¿Cuál es el objetivo de hacer leer las obras en castellano antiguo? No es la comprensión, desde luego.
POR FAVOR, NO PONGÁIS LECTURAS EN CASTELLANO ANTIGUO.
Me da rabia, porque es una obra que cualquier adolescente puede disfrutar. Me dicen, me comentan, me chivan (insisto: no la leí como es debido) que está llena de humor, de cinismo y sarcasmo. La historia de una casamentera que intenta liar a dos pardillos y que es capaz de restaurar virginidades (esto es lo único que se me quedó grabado), ¿cómo no va a enganchar?
Imposible hacerlo si no lo entiendes, claro, pero ¿traducido al castellano? Un puntazo.
El lazarillo de Tormes: a cada cual, peor
Creo que de esta obra también leí solo fragmentos, los trozos que mejor mostraban ejemplos del género picaresco. Recuerdo que me sentía muy incómoda con las putadas que el lazarillo le hacía al ciego, y que me dolían los golpes que recibía como si fueran en mi propio cuerpo. Al final, por más que me pareciera un cabroncete, me decanté por defender al pobre lazarillo.
No me digas que no puedes esta obra dar temas de sobra para hacer una charla en clase. Para entender por qué el lazarillo se comporta así, o qué tipo de sociedad era la de entonces y en qué se parece a la de ahora. Traerlos a nuestro terreno y preguntarles qué harían ellos y ellas.
Hablar del hecho de que el único género español propiamente dicho es la picaresca, ejem.
Los clásicos de la literatura no son ni han sido nunca la razón de que los y las adolescentes no lean. Hay millones de motivos por los que deciden dejar de hacerlo, y muchos de ellos tienen que ver con la edad en la que están. La afición a la lectura no es algo fácil de trabajar, pero tampoco es tan frágil como para que un libro infumable la destroce de raíz.
Si buscas ideas que llevar a clase de Literatura y hacer que esas lecturas obligatorias sean un poco más llevaderas, este Manual (in)falible de animación a lectura puede darte alguna. En este blog no hay respuestas absolutas a nada, y no prometo que este libro vaya a hacer milagros, pero son técnicas que a mí me sirvieron en clase y sé que pueden funcionar.
Que no sea por no intentarlo.
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