Blog Dar clase sin morir en el intento

Nuevo curso, nuevas ilusiones

27 agosto, 2018

¡Hombre, qué tal, qué alegría veros, mua, mua, cómo estáis! ¿Cómo han ido esas vacaciones supuestamente tan largas y que tan poco duran en realidad? ¿Habéis descansado / dormido / viajado / desfasado mucho? Me alegro, me alegro. ¿Todo preparado para el nuevo curso? ¿No? ¿Y cómo así? Si solo queda una semana, tendríais que tener todo en orden, las cosas claras, los libros y cuadernos ya ordenados…

Que no, hombre, que no, que estoy de coña. Todavía queda una maravillosa semana de no pensar en nada que no sea la cerveza que nos vamos a tomar esta tarde.

Pero es cierto que todos los años por estas fechas me pongo un poco nerviosa y una pequeña (pequeñísima) parte de mí tiene unas pocas ganas (muy, muy pocas) de volver a la rutina. Todavía conservo esa emoción de cuando era niña y empezaba las clases otra vez, esas ganas de volver a ver a las compañeras y, sobre todo, de saludar a los peques, achucharlos uno a uno y preguntarles por su verano.

Cosas de trabajar en un cole pequeño y conocer a todo el mundo, supongo.

Septiembre es el mes perfecto para hacer planes, mucho mejor que enero por más que se empeñe el calendario. Creo que la gran mayoría de la gente, incluso la que no tiene hijos y no son docentes (hay gente cuya vida no depende del año escolar, ¡qué cosas!), considera el primer día de regreso de las vacaciones de verano el momento de retomar el control de su vida. Las matriculas del gimnasio se disparan, todo el mundo deja de fumar una semana, nos ponemos a dieta, prometemos leer más y cuidarnos más y querernos más… Y luego llega el día a día y nos baja del carro de un sopapo.

Pero oye, qué bien nos ha sentado el medio kilo que hemos perdido.

Yo he decidido que este nuevo curso va a ser mucho mejor que el anterior, igual que todos los días de Año Nuevo decido que este va a ser mi año. Tengo muchos motivos para estar ilusionada y me niego a dejarme vencer por la rutina del día a día. Os cuento cuál es mi plan para hacer de este curso algo especial, a ver si os doy ideas para que el vuestro también lo sea.

Y es que, como veréis al final del post, razones para estar ilusionada no me faltan.

OR-GA-NI-ZA-CIÓN

Todavía quedan unos días antes del uno de septiembre (bueno, técnicamente el año empieza el día 3), pero yo ya he empezado a hacerme una lista de las tareas más urgentes. En dirección, eso incluye cosas como comprobar que todos los niños y niñas que tienen que estar matriculados estén en las listas y que todas las plazas docentes que tienen que cubrir desde Educación se hayan cubierto de verdad, pero si eres docente a pie de aula quizás esta lista que creé el año pasado te sea útil.

No os olvidéis, claro, de las dichosas programaciones, o de los papeles que tenéis que firmar si sois interinas y empezáis en un centro nuevo (¡ojo con esos pluses, como el de tutoría y el de coordinación!). Preguntad lo que no sepáis, que todos y todas hemos sido nuevas alguna vez y estaremos encantadas de echar una mano.

Bueno, todas igual no. Pero localizar a las compañeras con las que puedes contar y aquellas con las que es mejor no echar ni un café también es una labor de principio de curso.

No olvidéis recordar lo más importante

La vorágine del día a día es un agujero negro que chupa toda la energía de la que disponemos. A menudo, lo urgente nos aleja de lo importante, y más de un día y más de dos vuelves a casa agotada pensando en que no has parado en todo el día pero que, en realidad, no has hecho nada. El año pasado, mi primero en dirección, esto fue mi perdición. Este nuevo curso me he propuesto tener muy presente qué es lo más importante.

¿Y qué es lo más importante?, preguntas, clavando en mi pupila tu pupila azul (que no, que es el iris, Bequer, coño, cuántas veces hay que decírtelo). Los niños y las niñas. Su bienestar físico y mental. Su formación como personas.

Por eso, cuando dudéis entre terminar ese tema que teníais que haber terminado hace quince días o utilizar la hora de Matemáticas para aclarar un problema que ha habido en el recreo, elegid siempre esta última opción. El dichoso mínimo común múltiplo lo van a repetir hasta la saciedad y lo terminarán aprendiendo, este año o el que viene, pero si no arreglamos una situación compleja en el momento en el que sucede, después será mucho más difícil.

Disfrutar de nuestro trabajo debería ser un requisito imprescindible. No dejemos que las minucias nos lo hagan olvidar.

Hay vida ahí afuera

Un pecado mortal de la muerte que cometí el año pasado fue no desconectar de lo que estaba pasando en el colegio. Me costó meses darme cuenta de que llevarme trabajo a casa (de forma física o mental) no iba a conseguir que las cosas fueran mejor en la escuela; fueron mi cuerpo y mi cabeza los que me obligaron a parar, ya a mediados de curso, cuando la presión pudo conmigo.

Necesitamos desconectar. Necesitamos separar la docencia de nuestra vida privada, tener aficiones, hablar de cosas que no estén relacionadas con nuestro trabajo. Necesitamos una vida fuera del aula.

Así que este nuevo curso va a ser distinto. Me he creado un horario de extraescolares que pienso respetar tanto como el de trabajo y que incluye ejercicio, viajes y actividades que me encantan. Vuelvo a retomar el dibujo (compartiré lo que vaya haciendo en Instagram, si os apetece verlo) y me he montado un rincón de manualidades en el despacho al que ya le estoy sacando provecho y que va a conseguir salvar vidas, así os lo digo (y no solo la mía). También, claro, tengo este pequeño rincón que visitáis de vez en cuando para poder desahogarme, y pienso andar, nadar y bailar hasta que me salgan ampollas en los pies.

Por no hablar de escribir. Pero escribir es una parte de mí misma tan importante que no me hace falta hacerle hueco, porque viene de serie.

Nuevas ilusiones

Este nuevo curso sigo siendo la directora, sí, pero hay novedades tanto en la escuela como fuera de ella que me hacen mucha ilusión. Por un lado, todo lo que aprendí el año pasado me va a servir para no cometer los errores que me llevaron a pasar el peor año de mi carrera. Por otro, voy a tener una nueva función docente que nunca he tenido y me gusta mucho: refuerzo lingüístico. Todo lo que tenga que ver con enseñar idiomas me encanta, y eso de trabajar en grupo pequeño con niños y niñas recién llegados va a ser una gozada.

Tenemos que buscar nuevas motivaciones dentro del aula. Hace unos días aparecía en la prensa uno de esos gurús maravillosos (léase esta última palabra con todo el retintín que se pueda) diciendo que los docentes tienen que estar reinventándose todo el tiempo. Obviamente, el susodicho era un iluminado que no ha visto un aula de cerca en décadas, porque en esta profesión no renovarse es poco menos que imposible, pero oye, te lo dicen desde un periódico y suena a orden ministerial.

No renovarse es imposible, simplemente, porque nuestro trabajo cambia cada año, cada vez que tenemos un grupo nuevo.

Qué demonios, cambia cada mes, según va cambiando nuestro alumnado.

Porque todo el mundo sabe que no es lo mismo un grupo de sexto en septiembre que en mayo.

Y hablando de ilusiones…

Además de lo anterior, este año que empieza (parezco un anuncio de turrones, lo sé) me trae una alegría especial: el 10 de septiembre, primer día de clase, estará en las librerías Profe, una pregunta, mi nuevo libro publicado por Plataforma Editorial. Solo de pensarlo se me revuelven las tripas de puro nervio (o puede que sea mi gastritis crónica) porque es un libro en el que he desvelado todas las dudas que me surgen al dar clase y no contiene ni una solución mágica a los problemas que surgen en el aula. Así que me da pavor que lo leáis y descubráis que soy un fraude andante. 

Y es que, ¡ay!, yo no soy una gurú, sino una simple maestra a pie de aula.

Y justo por eso espero que os guste.

Creo que os vais a sentir muy identificadas con muchas de las situaciones que reflejo, y estoy convencida de que más de uno y una va a dar cabezazos de asentimiento o a decir aquello de “esto también me ha pasado a mí”. Espero, también, que os arranque alguna que otra carcajada, porque no es mi intención hacer un serio y sesudo tratado sobre la enseñanza.

Simplemente quiero ofrecer una versión sincera de lo que de verdad ocurre en el aula.

Ojo: mi versión, que no la única. Porque hay tantas versiones como aulas en el mundo. 

Aunque el libro no estará en librerías hasta el 10 de septiembre, a partir de hoy ya está disponible en Amazon y compartiré en Twitter y Facebook pequeñas citas para que vayáis abriendo boca. Como imaginaréis, este año tengo más ganas que nunca de que empiece el curso. Cómo no las voy a tener, si ese día se cumple un sueño que tengo desde pequeña: ver un libro mío expuesto en librerías.

(Se oye música de violines mientras se cierra el telón. Un anuncio de Mr Wonderful se proyecta en la pantalla. “Todos tus sueños pueden hacerse realidad si te esfuerzas lo suficiente”. Los cojones. Sigue sin tocarme la lotería por más boletos que compro).


Si lees esto antes del 10 de septiembre de 2018, todavía estás a tiempo para conseguir Armarios y fulares al precio de 1,99 € para celebrar la publicación de Profe, una pregunta. Si lo lees más tarde, seguirá siendo barato de igual manera y te entretendrá durante varias horas, así que ¡no te lo pierdas!

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