Buscando en Google, he sabido que la frase «cada nuevo comienzo viene de un final» es de Séneca, pero tú y yo, que ya tenemos una edad, sabemos que viene de esta canción que no vas a poder quitarte de la cabeza en todo el día. (De nada).
Y es que hasta los romanos sabían que vivir conlleva cambios, mayores o menores, y que para empezar algo nuevo es necesario dejar cosas atrás. Hay gente que elige dejar atrás las noches de dormir ocho horas seguidas porque deciden tener familia; hay otra que cambia de trabajo, rompe una relación o se muda a otro piso. No hace falta una ruptura traumática, un despido o una inundación bestiajoanimal para hacerlo: a veces son decisiones que tenemos que tomar ahora porque es el único momento que tenemos asegurado y ya hemos esperado bastante.
Qué profunda me he puesto para decir que esta es la última entrada del blog por este curso, madre.
Comienzos y finales y confesiones
No, el blog no acaba, pero cierra durante el verano. Este año el verano va a empezar un poco antes porque tengo la cabeza tan llena de cosas que me cuesta un montón escribir entradas que te vayan a servir de algo, y para escribir tonterías, prefiero no hacerlo. Mi final es otro que poco tiene que ver con el mundo de la escritura o de este blog, aunque sí, en parte, con la educación.
El mes que viene empiezo la segunda parte de mi aventura americana (ya tengo título: «Ruthie se va a hacer las Américas, parte 2, ¡y esta vez con redes sociales!»). Es un cambio que llevo años pensando en hacer, pero no terminaba de atreverme. He necesitado meterme en dirección, pasar los dos peores años de mi vida laboral dándome de cabezazos contra la Administración y un sistema que cada vez menosprecia más la educación pública, para tomar la decisión.
Es verdad que he aprendido mucho, sobre todo sobre mí misma. He descubierto mis límites, que en algunos casos están más lejos de lo que yo pensaba y en otros mucho más cerca de lo que me gustaría. He visto cómo funciona el sistema por dentro (and it ain’t pretty), he valorado más que nunca el trabajo de los equipos directivos y del profesorado en general y he sabido, a ciencia cierta, que la idea que yo tenía sobre la dirección de un centro no tiene nada que ver con la realidad.
Y también sé que no vuelvo a hacerlo.
No sé si esto es escaquearse de las responsabilidades (probablemente) o ser consciente de las limitaciones de una (también). Solo sé que para coordinar un centro educativo hay que tener un montón de cualidades que yo no tengo. Quizás sea cierto que el mundo se divide entre líderes y seguidores, y yo tengo claro que de líder tengo poco. Tampoco creo que sea una seguidora, porque no hago cosas con las que no estoy de acuerdo, pero la libertad mental que da tener a alguien diciéndote qué tienes que hacer está muy poco valorada.
Me gusta que haya alguien al mando con una mano firme que sepa guiar el barco para que yo pueda hacer lo que sé bien sin preocuparme por nada más. Soy marinera rasa: quiero cerrar la puerta de mi aula y dar clase. Llevar el barco a buen puerto aportando mi granito de arena, soplando las velas si hace falta, empujando la nave varada en la orilla.
Pero de capitán no valgo. Y no quiero valer.
Así que el año que viene vuelvo al aula, aunque el traslado me lo han dado a tomar por saco por ahí. Me esperan nuevas aventuras, nuevas experiencias, nuevo todo, y no veas las ganas que tengo. Por supuesto, dejo cosas aquí que voy a echar de menos (cosas no: gente), pero sé por experiencia que la morriña va a tener su hueco sin agriar el momento.
Por primera vez en muchos, muchos años, mi futuro está completamente abierto. Soy incapaz de adivinar, a ciencia cierta, dónde estaré en cinco años. Y no sé si es normal a estas edades que me contemplan, pero es una sensación que me encanta y que echaba mucho de menos.
Algún día maduraré. Pero ese día no ha llegado.
Antes de irme
Una última cosa antes de irme.
Sé que, si estás leyendo esto, probablemente te interese la educación. Si ya has venido antes o te ha dado por trastear un poco en el blog, también sabrás que escribo y publico libros (tanto en el ámbito de la educación como novelas que también tienen mucho que ver con la educación).
Me alegra mucho decirte que he sacado a la venta otro libro. El título puede que te suene si has venido por aquí antes, porque es el de un artículo que escribí al poco de abrir el blog. No es un libro en sí, sino una recopilación de los mejores artículos que he publicado por aquí y que no pocas veces me han pedido en PDF. Por eso me he decidido a hacer una pequeña colección y ponerlo a la venta a un precio simbólico, para ahorrarte el trabajo de pasearte por los archivos.
Y es que no importa lo mal que lo pasemos a veces en el aula, en dirección o con la educación en general: seguimos siendo profes y seguimos intentando hacerlo lo mejor que podemos. No acertamos siempre, pero lo hacemos mejor de lo que otros creen. Es hora de que empecemos a creérnoslo, porque compi, son tus hombros y los míos los que terminan cargando con el verdadero trabajo de pico-pala en el aula. Más nos vale apoyarnos si queremos seguir haciéndolo.
Cada nuevo comienzo viene de un final. Y, de vez en cuando, hay que parar y tomar aire.
Respira. Nos vemos en septiembre.
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