Escuchamos poco a nuestros alumnos y alumnas. Les pedimos poco su opinión sobre qué cosas les gustaría llevar al aula, qué preferirían trabajar. Creemos saber más que ellos y ellas sobre lo que les conviene, tenemos un currículum cerrado a cal y canto en el que no dejamos que nadie nos cambie ni una coma, porque somos las personas adultas de su alrededor, tenemos la única verdad y el poder absoluto.
Pero haríamos bien en preguntarles más. Porque, cuando lo hacemos, nos responden con cosas maravillosas, con recomendaciones que nos dejan patitiesas, con opiniones bien meditadas (para su nivel madurativo). Sobre todo cuando les pedimos su opinión sobre los libros que leen. Nada más sincero que la opinión de un niño o una niña sobre sus lecturas. No es un grupo que hable para quedar bien o trate de no herir la sensibilidad del autor.
Eso me pasó con Wonder (o La lección de August, en castellano, aunque me parece un título horrible y mejor lo hubieran dejado en el original). De no haber sido porque les pregunté qué estaban leyendo y porque un niño me habló maravillas de este libro, nunca me habría animado a leerlo. Y me hubiera perdido una gran lectura y una muy buena oportunidad de conectar con mis peques, porque soy de las lerdas que desconfía de los libros súper ventas y mira con la ceja levantada a cualquiera que lea un libro del top 10 de la Casa del Libro.
(Y aún así caí con Harry Potter, claro. Y he leído a Stephen King. Y me chifla la serie de Pendergast, y del inspector Linley. Pero esas son excepciones, y solo los leo en verano, cuando no me ve nadie, ¿eh? En público leo a Ishiguro y Barnes. Porque soy muy culta y refinada. Qué os pensáis).
(Esconde todos los libros de John Green que puede encontrar mientras habla, no vaya a ser que descubran su verdadero yo).
También me producía cierto rechazo porque me daba miedo que tratara el acoso escolar con ligereza, como sigo pensando que hizo Por 13 razones, o que fuera excesivamente ñoño y «buen rollista», empalagoso, como promete el trailer de la película con la insoportable Julia Roberts. De todas formas, lo compré para el colegio porque me lo pidieron en clase, y antes de llevarlo me lo he leído yo, para poder hablar luego con ellos y ellas de los temas que trata.
Menos mal que hice caso a aquel alumno. En buena hora.
De qué va
Para los que hayáis vivido en una cueva este último año, os diré que Wonder cuenta la historia de August Pullman, un niño con una deformación facial que empieza a ir al colegio por primera vez a los diez años. Su condición médica lo ha tenido hospitalizado tanto tiempo que habría tenido que faltar mucho a clase de haber formado parte de la educación tradicional, así que sus padres decidieron dejarlo en casa y darle clase ellos mismos.
(Nota al pie —bueno, más bien a la mitad—: Esto que tan raro nos parece y que a menudo se ve en las películas es de lo más normal en Estados Unidos. Las familias tienen derecho a educar a sus hijos e hijas en casa sin dar mayores explicaciones, siempre y cuando no tengan necesidades educativas especiales que necesiten de un especialista. Con que pasen un examen a final de curso que demuestre que tiene el nivel adecuado para su edad, suficiente).
Como es de suponer, el cambio en la vida de Auggie, como lo llaman en casa, es bárbaro. Es el centro de atención en el instituto (sí, este instituto empieza en quinto; los que yo conocía empiezan en sexto, pero como este es privado, a saber), sobre todo los primeros días. Aunque varios compañeros le toman el pelo y le hacen la vida imposible al principio, también conseguirá su pequeño grupo de amistades alrededor que harán que la incorporación a la “vida pública” valga la pena.
Pero no solo cuenta la historia de August, sino la de la gente que vive a su alrededor. Como la vida de su hermana Via, acostumbrada a tener que pelear por la atención de sus padres, a ser siempre “la hermana del chico deforme”, la segunda en todo. Me parece un personaje maravilloso, muy humano y con el que más de un niño y niña empatizará enseguida (yo me vi reflejada en muchas de las cosas que pensaba).
El libro también muestra lo mal que lo pasan otros alumnos y alumnas que, por la razón que sea, no terminan de encajar. Unos, porque no tienen tanto dinero como los demás; otras, porque no quieren ser del grupo de “los populares” pero se ven casi forzadas a serlo; todos, porque la edad exige cosas de ellos y ellas que no se les ha exigido antes.
En resumen: habla de cómo es la vida en el instituto para un niño con problemas, sí, pero pronto deja ver que nadie lo tiene fácil a esa edad.
Temas
Por supuesto, el tema del acoso escolar está presente en cada página, pero no solo hacia August, sino hacia otros niños y niñas. Se muestra la presión del grupo, y esa tendencia que tenemos (los adultos también, no lo neguemos) a comportarnos de una forma que los que nos rodean vayan a aceptar. El clasismo, el juzgar a los demás por su tipo de amistades… Todo eso que ocurre en cualquier instituto del mundo está presente en este también.
August es la representación de la resiliencia, un niño que lo ha pasado muy mal y aun así es feliz, pero no todo el rato. Auggie llora, se abraza a su madre, lo pasa mal y lo demuestra, incluso llora delante de sus amigos. Y ellos le abrazan, lo consuelan, le entienden. Le defienden.
Me gusta especialmente cómo se muestra el efecto que la presencia de August tiene en la vida de los demás, cómo toda su familia ha tenido que adaptarse a él. Me encanta el personaje de Via, que adora a su hermano y al mismo tiempo reniega de él en un momento dado, porque quiere sentirse normal y no puede, no con August como parte de su vida.
Y, sobre todo, me gusta el mensaje de fondo: que los niños y las niñas pueden ser crueles, sí, pero que en el fondo no lo son tanto y al final tienden a sacar su lado humano. La escena de la pelea en el bosque hizo que se me saltaran los lagrimones hasta la barbilla.
(Por no hablar de la fiesta de graduación. No había llorado así con un libro infantil desde el “Always” de Snape).
Edades para las que es adecuado
August tiene diez años y cuenta la historia en primera persona, así que cualquier niño o niña de nueve o diez años puede entender este libro sin mayor problema. En un momento dado, Via y su novio, Justin, también toman la palabra, pero, aunque son mayores y supuestamente su forma de narrar es más compleja, sigue siendo asequible para cualquier lector medio.
Los temas son perfectos para niños y niñas de cuarto para arriba. Auggie es adorable y la conexión con él va a ser inmediata.
Y, por supuesto, para los adultos también es perfecto. Preparad los pañuelos y los lagrimones hasta la barbilla.
Por qué lo recomiendo
¿Cómo no recomendarlo? Les habla de su día a día en su propio lenguaje. Les presenta a un niño del que pueden aprender mucho, con el que identificarse desde la primera línea, pero evita ser ñoño o caer en la lágrima fácil. Les muestra el daño que se puede hacer con las palabras, cómo se puede herir a alguien con un simple comentario. Y se lee con facilidad, porque sus capítulos apenas tienen un par de páginas.
Me da pena no tener tiempo para trabajarlo este año en clase, pero es un libro que me guardo en la manga para próximos cursos. Espero tener oportunidad de hacer algo con él en el aula, porque es perfecto para las clases de tutoría en primaria.
¿Has leído Wonder?
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2 Comments
Hola! Soy maestra y he leido con mi clase este maravilloso libro que a todos nos enganchó. Ando buscando otro que esté a la altura para un cuarto curso…Despues de August, no se que ofrecerles para enganxharles. Alguna sugerencia? (Harry Potter descartado)
Muchas gracias. Saludos.
¡Hola, Patri! Jo, pues para cuarto me pillas, porque suelo leer y recomendar libros para grupos un poco mayores. Puedes echar un vistazo a la categoría de «Cómo fomentar la lectura en el aula» del blog, igual encuentras algo. Así, de entrada, los libros de Nando López suelen gustar mucho, y creo que tiene alguno un poco más infantil. ¡Ya siento no poder ayudarte más!