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Lectura obligatoria para docentes: Dilo en voz alta y nos reímos todos

29 enero, 2018

Hoy traigo una reseña de uno de esos libros que todo docente con un mínimo de humor (y sin él también) debería leer. Aunque salió en 2016, no ha sido hasta ahora que le he hincado el diente a Dilo en voz alta y nos reímos todos, por más que lleve desde que supe de su existencia queriendo leerlo.

Esas cosas que pasan cuando tienes una pila de libros pendientes más alta que tú, supongo.

Para matar el gusanillo, me hice seguidora de la hilarante cuenta de twitter que su autor, Nando J. López, maneja de manera sublime. Sus bromas y su habilidad para darle un doble sentido a GIFs que, en principio, nada tienen que ver con la educación, me han alegrado más de un día raro y han conseguido arrancarme una sonrisa cuando lo que quería era pegar a alguien.

Tenía un poco de miedo a que, tras tanto tiempo siguiendo la cuenta, los chistes del libro no fueran a hacerme tanta gracia, pero por suerte era un miedo infundado. No os engaño si os digo que me quedé sin aire de la risa en un momento dado, y lloré de tal manera que me dolía la tripa (de risa, claro).

Dos minutos, dos, estuve riéndome con este párrafo. Casi me ahogo. Qué mal lo pasé.

Nando es profesor de secundaria y en este libro cuenta anécdotas de su vida dentro del aula. Cualquiera que lleve más de dos meses dando clase es capaz de juntar un buen puñado de ellas, pero es que además él tiene la habilidad de reírse de sí mismo, de hacer autocrítica y, entre risas, tocarnos la fibra sensible con historias que no por conocidas nos afectan menos.

Porque sí, es divertido reírte de los estereotipos de alumnos y profesores, quejarte de las familias que tocan la moral solo por tocarla, contar aquella clase que tan horriblemente mal te fue (qué identificada me he sentido con su anécdota sobre su primera clase de alemán). Pero también existe esa otra realidad en la que niños y niñas de dieciséis años no pueden ir a las excursiones porque no pueden pagárselas, o no traen almuerzo porque no hay qué comer en casa.

Y es que dar clase es algo muy serio, como él mismo dice al final del libro, y por eso hay que saber reírse de uno mismo, de una misma, y diferenciar lo verdaderamente importante de lo que no lo es tanto. El trabajo de un docente no se limita a dar contenidos, y eso es algo que Nando tiene muy claro, aunque a veces a muchos y muchas se nos olvida.

Es curioso que él mismo se cuestione el significado de la palabra “vocación” cuando habla de su trabajo, porque, solo leyendo lo que escribe en el libro y lo que comparte en sus redes sociales, es fácil ver que es uno de esos profes alocados que está ahí porque le importa la materia prima: sus alumnos y alumnas. Una pena que, ahora mismo, haya salido del aula para dedicarse al cien por cien a ser escritor.

Pero también es verdad que sus obras no lo alejan demasiado de las aulas. Escribe literatura infantil y juvenil, teatro y literatura para adultos (lo que quiera que eso signifique, porque la gocé como una enana con Los nombres del fuego, aunque supuestamente era para adolescentes), y es conocido por su labor de visibilización de personajes LGTBQ a los que, fíjate qué curioso, trata como si fueran adolescentes normales y los mete en tramas en las que, ¡ostrás!, quien les guste o les deje de gustar no importa. También es de mencionar su manejo de las redes sociales, donde mantiene varias cuentas activas y responde a las interacciones de sus acérrimos fans (entre las que me encuentro).

Como siempre pasa en estos casos, mi pila de libros pendientes ha aumentado después de leer este, y ahora siento mucha curiosidad por El reino de las tres lunas y quiero comprobar si a mis peques les gustaría. Para mis ratos libres, sin embargo, me reservo La edad de la ira y Cuando todo era fácil, aunque eso de volver a vivir mi adolescencia me provoque un miedo intenso (con el primero, que el segundo es «para adultos»). Siempre he dicho que lo mejor de la adolescencia es que se acaba, aunque a algunos les suene un poco bestia.

¿Qué otros libros para docente recomiendas? 

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