Dice Jim Rohn, un empresario estadounidense, que somos la media de las cinco personas con las que más tiempo pasamos. En castellano lo hemos dicho siempre con aquello de «dime con quien andas y te diré quien eres», pero como lo dice un yanqui y en inglés, parece que tiene más peso.
En inglés, castellano o mandarín, es una verdad como un piano que la gente que te rodea moldea tu forma de ser. No hay más que ver las pandillas de adolescentes y lo casi indistinguibles que son unos de otros. O las cuadrillas adultas, que nos creemos que con la edad maduramos pero a menudo es todo lo contrario.
Piénsalo bien. Además de que probablemente mantengas tus amistades desde la época del instituto, ¿cuánto se parecen a ti tus mejores amigas y amigos? ¿Tu pareja? ¿Tu familia?
Esto que hemos sabido siempre y que tan arraigado está en la cultura popular es quizás uno de los factores que más nos marcan en la vida. Esas cinco personas con las que más tiempo pasas (lo quieras o no, las busques o no) moldean tu día a día, tus hábitos y hasta tu percepción de la vida.
Cuando te das cuenta de ello y empiezas a fijarte, es llamativo ver todos los momentos de tu vida que podrían haber sido una cosa pero fueron otra. No es cuestión de echar la culpa a nadie, ojo, sino de ser capaz de ver que, en otro entorno personal, tus decisiones serían otras.
Ser consciente de ello es importante en cualquier profesión y en cualquier estado de la vida, pero ya sabes que yo trato de aplicar todo lo que aprendo a la docencia. Así que hoy te voy a explicar por qué es importante escoger bien las cinco personas con las que más tiempo pasas. Y tranquilidad, que no es tan difícil como parece.
Las cinco personas con las que más tiempo pasas
La negatividad es contagiosa
Todas hemos tenido esa compañera que solo veía lo malo en cualquier decisión, actividad o momento del día. Yo tuve una que decía que le gustaban los jueves por la promesa del fin de semana, pero que el viernes se ponía de mala leche porque solo eran dos días y no daba para nada.
Era única vaciando salas de profesores, como puedes imaginar.
Rodearte de gente negativa mina tu energía. Parece que les jorobe que haya alguien de buen humor a su lado y no cejan hasta que consiguen hundirte a su altura. Ya sean compañeros de trabajo, familiares, gente con la que vives, pasar el menor tiempo posible con esa gente logrará que tus reservas de energía estén más llenas.
Lo malo es darse cuenta de esa negatividad, porque a veces se disfraza de mala suerte, o de deseos que no terminan de cumplirse. Esa a quien siempre le toca la peor clase, ese que siempre tiene problemas con las familias, esos a quienes Dirección siempre les hace putadas.
Y, por supuesto, puede que la persona negativa alrededor de otros seas tú. Quizás por influencias, o quizás por naturaleza. En tu mano está cambiarlo.
Nunca pasa nada
Hay gente que está feliz en una rutina y no busca ni emociones ni cosas nuevas. El mismo empleo durante cuarenta años, el mismo destino de vacaciones, la misma camisa todos los lunes, los mismo proyectos de Plástica todos los años por las mismas fechas.
Tuve una compañera (otra distinta, que veinticinco años dan para muchas compañeras) que no necesitaba preparar las clases de la semana. Tenía el libro perfectamente dividido en las semanas que duraba el curso y sabía que, si era 19 de octubre, tenía que estar en la página 37. No había manera de cambiar el libro de texto, porque eso hubiera supuesto rehacer una programación que tenía décadas.
Si te encuentras con alguien así en tu curso, es difícil hacer cambios y plantear cosas nuevas. La inercia, el «aquí siempre se ha hecho así», es una fuerza mucho mayor que la gravitatoria. A la quinta vez que te echen una idea abajo, es probable que dejes de proponerlas. Terminarás sintiéndote una tuerca más en el sistema.
Ya te dije en su momento que el concurso de traslados es muy buena idea en según qué ocasiones. Cuando estás en una situación en la que tu mente docente se siente atrofiar por momentos, cambiar de escuela e ir a una donde sepas que se trabaja bien puede ser la solución.
Y si no, siempre te queda el Programa de Profesores Visitantes. Es una manera un poco más bestia de hacerlo, pero también vale.
Gente a la que le gustan los retos
Pasar mucho tiempo en el mismo sitio te lleva, de manera casi inevitable, a estancarte. Por eso es importante rodearte de gente a la que le gusten los retos o que busque hacer cosas nuevas.
¿Quién puede hacer algo así en tu centro? Los interinos, por supuesto, la gente que cambia cada año. Son quienes traen ideas nuevas, quienes están estudiando un máster o preparando una oposición.
Esa compañera que está haciendo un máster de Lingüística comparada. Ese compañero que tiene un podcast sobre educación. Esa amiga que ha montado una cueva con papel maché en clase para explicarles a los y las peques cómo vivían los neandertales.
Son aquellos a quienes te debes acercar todo lo que puedas.
Las redes sociales también cuentan
Vaya que si cuentan.
Seguir en Twitter a gente positiva que da ideas y opiniones sobre educación basadas en las ganas de ayudar es una de las cosas más positivas que puedes hacer. Escuchar podcast, montar un grupo en Telegram para echarte una mano en clase, seguir blogs como el de servidora (ejem), tener tu pequeña comunidad de profes tecnológicamente ágiles…
Las cinco personas con las que más tiempo pasas no tienen siquiera que ser gente que conoces en persona. Hay tantas maneras de comunicarse hoy en día que lo difícil es no encontrar a nadie que te anime, te apoye y te inspire.
Yo descubrí mi grupito de escritura a través de las redes sociales, y si no fuera por esa gente habría dejado de escribir hace mucho tiempo. Tener a alguien que te dé ánimos cuando el tuyo falla no tiene precio. Aunque estén a 7000 kilómetros.
Tú formas parte del círculo de alguien
Suena a perogrullo, pero tú eres una de las cinco personas con las que otra gente más tiempo pasa.
Tu alumnado, sin ir más lejos. Y la gente que pasa toda la jornada laboral contigo.
No quiero decir con esto que debas ser ejemplo a seguir todo el tiempo, ni mucho menos, pero sí que tengas en cuenta cómo afectas a la vida de los demás. Tu humor, tu manera de hacer las cosas, tu actitud ante la vida… Alguien se está fijando, para bien o para mal a alguien le importa.
Puedes hacer que el día de alguien sea genial. Puedes inspirar a alguien a tomar una decisión difícil por algo que digas o hagas, sin darte cuenta.
Eres un factor importante en la vida de mucha gente, aunque suene a Mr. Wonderful. Eres alguien que puede inspirar o destrozar. Igual que hay gente en tu vida que no se da cuenta del poder que ejerce sobre ti (los chupópteros de energía probablemente no lo hagan a propósito), es probable que tú tampoco lo hagas.
Sé una buena quinta parte, hazme el favor.
Si te ha gustado esta entrada, espero que te animes a echar un vistazo al libro que publiqué con Plataforma Editorial, Profe, una pregunta, donde me planteo todas las dudas que me surgen a la hora de dar clase. También puedes hacerte con Manual (in)falible de animación a la lectura y llenar tu cabeza de ideas para llevar al aula.
Si lo que buscas lectura de entretenimiento, Armarios y fulares conseguirá hacerte reír. O también puedes averiguar qué es lo que pasa en un fin de semana entre amigos en Antes de que todo se rompiera.
Como siempre, gracias por estar ahí. Gracias por leer.
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