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Cambiar de curso o de especialidad: pros y los contras

6 septiembre, 2023

Empiezo mi quinto año en Tyler, Texas, y este año me he pasado a un curso más bajo. En lugar de dar quinto de Primaria me toca dar Matemáticas y Ciencias en tercero y segundo, una edad con la que hace mucho tiempo que no tengo contacto. Cambiar de curso o de especialidad es bastante normal en España, pero aquí no tanto: la gente se especializa de tal forma que hay gente que lleva dando el mismo curso 20 años.

No me imagino en el mismo colegio veinte años, como para imaginarme en el mismo curso.

Pero es verdad que el cambio, al que antes estaba muy acostumbrada, me está costando. He pasado de ser tutora y dar todas las asignaturas (menos las de los especialistas) a dar solo dos en dos grupos. Sobre el papel es un buen cambio y mi cuerpo y mi ansiedad empiezan a notarlo porque es una edad más llevadera y la carga de trabajo es un pelín más ligera.

Y aun así, tengo la sensación de ir por la escuela como pollo sin cabeza. Se me olvidan las cosas que llevo haciendo cuatro años, me despisto con papeles que tenía que entregar, tengo la sensación de no estar concentrada en clase. Cambiar los grupos con otra profesora es algo nuevo y va a llevar un poco de trabajo y algún que otro ajuste para que salga bien. Los cambios conllevan caos, al menos al principio.

¿Merece la pena el desbarajuste que supone cambiar de curso o especialidad? Si acabas de empezar en esto, quizás te supere. Si llevas unos años, creo que no es que merezca la pena, es que es necesario. Tu salud mental lo agradecerá.

Cambiar de curso o especialidad: los pros y los contras

Esto siempre se ha hecho así

Puede que esta sea la frase que más odio cuando llevo un tiempo en un centro. Esta y todas sus variantes, claro, porque hay gente que no te la va a decir a la cara aunque lo piense.

«Está en el proyecto de centro», «A mí me funciona muy bien, no lo voy a cambiar», «No hace falta reinventar la rueda todos los años»,…

Seguro que alguna te suena. Seguro que alguna la has dicho tú (sé que yo sí lo he hecho).

Cuando empiezas a utilizar estos razonamientos en tus propias clases, en tu propia programación o en tu día a día, es señal de que un cambio te vendría bien. «El año pasado lo hice así y funcionó muy bien con el grupo, así que este año lo voy a hacer igual» no siempre es la frase maravillosa que tú te crees.

Ojo, a veces sí. Cuando controlas el temario y has encontrado una serie de actividades o proyectos que sabes que enganchan al alumnado, mantenlas. Las mías eran los bingos de distintos temas cuando daba Inglés, por ejemplo. Ahora es un muñeco de nieve con un calcetín y un kilo de arroz que les flipa todas las Navidades (puedes verlo aquí, es el greatest hit del año). No importa qué asignatura dé, siempre consigo colarlo porque me encanta y les encanta.

El truco está en entender la diferencia entre «controlo el temario y he aprendido a darlo muy bien, con actividades que los y las peques disfrutan y les ayudan a entender mejor las cosas» y «qué bien, ya tengo el trabajo hecho del año pasado y puedo trabajar en piloto automático».

Para mí, la segunda es la muerte. Es lo que me indica que es hora de cambiar de curso. O de especialidad. O las dos.

Un, dos, tres… ¡equipo!

Como persona introvertida que soy, pasar el día rodeada de gente de distintas edades me drena de energía y hace que, al llegar a casa, no me apetezca ni hablar por teléfono. Por eso busco siempre pertenecer a un grupo de profesores que me dan la calidad social que necesito.

Llevarte bien con tus compis de curso o de departamento no tiene precio, vaya.

Pero las relaciones se enturbian, la gente va y viene, los grupos se deshacen y se vuelven a montar. Esa interina con la que tan bien te coordinabas el año pasado ya no está, y te das cuenta de que trabajar con ella era el único pro de ese curso. Tú eres de la especialidad de Música y estabas en tercero de Primaria, pero solo porque te caía bien tu equipo. Y ya no hay equipo, así que mejor vuelves donde quieres estar.

O al revés: quizás no estás dando el curso o la especialidad que más te gusta dar, pero te has rodeado de gente con la que aprendes un montón y con la que creas proyectos increíbles. Mientras se mantenga el equipo, no tienes intención de cambiar. Terminasteis el año planificando cosas nuevas para este, ¡cómo te vas a ir!

Las relaciones son importantes. El equipo es fundamental. Que no te dé vergüenza decir que te has cambiado porque tu compañera se ha marchado, o viceversa. Es un motivo más que válido.

La carga de trabajo

Me encanta ser tutora. Disfruto un montón cuando tengo un grupo majo con el que paso todo el día. Me gusta relacionarme con las familias (la mayoría de las familias, ya me entiendes) y siento a mi grupo como mío.

Pero es mucho trabajo. Mucho, mucho, mucho trabajo.

No digo que ser especialista (de Inglés en mi caso) no sea trabajo, ojo. Ir de clase en clase con el temario adecuado para cada uno, lidiar con problemas nuevos en cada grupo, tener que ir a todas las juntas de evaluación, poner billones de notas… Eso sí, no tienes tutorías y la responsabilidad es diferente.

Cada una tiene lo suyo, y no podría decirte con cuál me quedo. Solo sé que llevo cuatro años de tutora y ahora me apetece volver a ser especialista.

Lo mismo con los cursos. Me encantan los cursos altos porque son independientes y puedes hablar con ellos y ellas a un nivel que no puedes con los y las peques, pero el cariño que me dan en tercero y segundo no es el mismo que dan en quinto, dejémoslo así. Lo bueno que tiene nuestro trabajo es que nos permite cambiar de curso y especialidad cuando nos cansamos de estar donde estamos. Igual que es bueno cambiar de centro de vez en cuando.

Asegúrate de que lo haces por los motivos adecuados. Que te paguen un extra por ser tutora o jefa de estudios no es el motivo adecuado.


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Como siempre, gracias por estar ahí. Gracias por leer.

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