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Nuevas metodologías: Qué son y de dónde han salido

27 marzo, 2019

Me encanta esta obsesión que tiene la gente ajena a la educación con las nuevas metodologías (léase ese «me encanta» con toda la ironía posible). Ya sé que también hay gente dentro del aula que las defiende, pero este segundo grupo no suele hablar tanto de «nuevas metodologías» como de «cosas que a mí me funcionan».

Que es, al final, de lo que se trata.

Pero las nuevas metodologías con los que a muchos se les llena la boca no son tan nuevas y, a veces, ni siquiera son metodologías. En algunos casos, eso que nos venden en los cursos para el profesorado tiene más de secta que de otra cosa. O fue un parche creado para atender una serie de necesidades que no tienen que ver mucho con las que hoy en día tenemos en el aula.

Conste que con este artículo no quiero meterme con la gente que utiliza estas nuevas metodologías en el aula. Cada una es muy libre de usar lo que le venga en gana en clase si así consigue que su alumnado aprenda, esté a gusto en clase y no queme la escuela, por supuesto.

Lo que me repatea es toda esa panda de «guruses» que va de congreso en congreso contando las maravillas de determinada metodología como si fuera una religión, la solución a todos nuestros problemas o, socorro, una metodología válida para todo nuestro alumnado.

Repite conmigo, por favor: ninguna metodología funciona con el cien por cien de nuestro alumnado. NINGUNA.

Hay dos características que estas metodologías comparten, a veces por separado y la mayoría de las veces juntas: tienen más de cincuenta años (o cien, ojo) o un nombre en inglés. Y me arriesgaría a decir una tercera que todas tienen en común: a las familias que llevan a sus peques al colegio les suena a canto angelical, pero la mayoría de ellas no tiene ni idea de qué trata realmente.

Y, por desgracia, la gran mayoría de los mandamases de la educación tampoco.

En este post pretendo hacer un pequeño glosario muy superficial de esas nuevas metodologías. Qué son, para qué surgieron y de qué tratan en realidad. Si ves que meto la pata en alguna, te agradeceré de corazón que me corrijas. Soy maestra, no me da miedo el boli rojo.

Nuevas metodologías: The Greatest Hits

Montessori

María Montessori nació en 1870 y, si echas un vistazo a su página en la Wikipedia, verás que era una mujer digna de admiración con una inteligencia muy por encima de la media que se dedicó a la medicina en un principio y a la pedagogía después. Esta mujer rompió moldes en muchos campos y merece un lugar en la historia de la humanidad solo por eso.

Montessori trabajó en un principio con niños con problemas mentales y después amplió su rango de actividad a grupos de niños y niñas cuyas familias no podían atenderlos porque trabajaban. Se puede decir que fue la precursora del constructivismo, ya que su método se basa en que el niño o la niña descubra la realidad por su cuenta. Los grupos con los que ella trabajaba, por cuestiones socioeconómicas, tenían poca estimulación y su escuela proveía a esos niños y niñas de los estímulos que no se les daba en casa.

No deja de ser curioso que hoy en día, más de cien años después de que María Montessori empezara a poner en práctica una escuela que defendía que todos los niños y niñas pueden aprender si se les da la estimulación suficiente, los colegios con este tipo de pedagogía sean los más buscados entre las familias que sí tienen recursos para ofrecer esos estímulos a sus peques. La pedagogía Montessori, por definición, debería reinar en las aulas de la escuela pública, pero ¡ay!, hay un pequeño problema: los recursos.

Y es que una pedagogía de este pelo exige mucho más que la formación del profesorado. Exige la adaptación de los espacios, la creación de rincones de descubrimiento, una cantidad ingente de material. Y tiempo. Lo que supone más personal. Lo que supone más sueldos. Más gasto, más inversión.

Así que adivina qué tipo de escuelas terminan llenando sus aulas de recursos Montessori. Justo aquellas cuyo alumnado, por decirlo en fino, no lo necesita tanto.

Me da a mí que María está gritando desde su tumba cosa mala.

Waldorf

Si tuviera un euro por cada familia que me ha dicho que las escuelas Waldorf las ha decepcionado, tendría… un buen puñado de euros.

Fijaos en la primera línea de la entrada dedicada a la pedagogía Waldorf en la Wikipedia: «es un sistema educativo originado en las concepciones del fundador de la antroposofía, el esoterista Rudolf Steiner».

Esoterista. ESOTERISTA.

Sigo citando de la Wikipedia, porque tiene párrafos que son oro (sí, sé que es la Wikipedia, pero visto el club de fans y detractores que tiene esta pedagogía, me ha parecido la fuente más fiable y objetiva):

«La tarea de los educadores de primaria es representar a nivel personal un modelo a seguir que los niños naturalmente quieran imitar, obteniendo autoridad a través del fomento de la relación con el niño y de «nutrir la curiosidad, la imaginación y la creatividad». El objetivo de esta segunda etapa es «impregnar a los niños de la sensación de que el mundo es hermoso» . No se suelen utilizar libros de texto estandarizados, sino más bien son los niños quienes van plasmando en sus cuadernos los conocimientos adquiridos, generando cada uno su material de estudio personal»

¿Y qué pasa si el niño o la niña no quiere imitar a nadie? ¿Qué pasa si no es curioso? ¿Cómo ha aprendido a escribir ese niño en el cuaderno, si en ningún momento hay una formación reglada? ¿Si se pasan el día haciendo jardinería e imitando conductas de un docente modelo que igual fuma porros o no ha abierto un libro en su vida?

Por lo que he visto en los últimos años, en los que este tipo de escuelas han empezado a asomar en casi todas las ciudades ligeramente grandes, la pedagogía Waldorf requiere dos cosas que no se dan en todos los niños y niñas y tampoco en las familias: curiosidad intrínseca y una amplia intervención de las familias para suplir las lagunas que deja este tipo de educación.

Si el niño o la niña no quiere hacer algo, en este tipo de escuela no se le va a obligar. Si no quiere aprender a escribir, no lo va a hacer. Si no quiere aprender matemáticas, no lo va a hacer. Si lo único que le apetece es quedarse en un rincón de aula pegando tiros con los dedos, como si estuviera metido en una partida de Fornite, eso es todo lo que va a hacer.

En este enlace se explica muy bien el carrerón que lleva la pedagogía Waldorf y el porqué de su auge por Europa (spoiler: con la iglesia hemos topado). Aquí te dejo otra página que trata el tema con algo más de objetividad, e incluso así surgen un montón de dudas sobre su utilidad. Vamos, que si no llego a tener testimonios de gente que ha llevado a sus hijos a estas «escuelas», me bastaría con esta información para salir por patas.

Por supuesto, ninguna escuela de este tipo anuncia que es necesario tener estas dos características para que su sistema surja efecto. Y algunas de ellas ni siquiera están homologadas y son el equivalente de hacer que tu hijo o hija pierda un año y le conste como «no cursado» en el expediente si alguna vez vuelve a la educación reglada.

Pero como está de moda, olé ahí la pedagogía Waldorf.

ABP: Aprendizaje Basado en Proyectos

Vaya por delante que, de las nuevas metodologías, esta es la que más me gusta. Creo que es muy buena idea dar utilidad a los conocimientos y resolver problemas o crear algo que saque todo lo que hemos aprendido del marco teórico y lo convierta en práctico.

Lo que me encrespa es que la llamen «nueva», cuando es de mediados del siglo XIX.

Cuando alguien se obsesiona con algo, ese algo se exagera y se magnifica. En los últimos años, la obsesión por el ABP ha llevado a los profesionales a centrarse solo en esta técnica, cuando ni es la mejor ni se puede sostener por sí misma.

Yo he sido víctima de esta obsesión. Perdí el rumbo cosa mala.

El aprendizaje por proyectos es una técnica (que no pedagogía, ni metodología) maravillosa para usar en determinados momentos, asignaturas y grupos. Es genial montar una revista de aula para así practicar distintos géneros literarios y dejar volar la creatividad de los y las peques, pero antes de eso has tenido que trabajar escritura, ortografía, los géneros, la organización del texto…

Y eso no se aprende tan fácil con proyectos.

También necesita una serie de materiales, de formación del profesorado, de adecuación del espacio que no todos los centros tienen. Y no olvidemos que, si nunca has trabajado por proyectos, la curva de aprendizaje es bastante pronunciada. Te lo digo yo, que lo pasé fatal.


Hay muchas otras «nuevas» metodologías que me dejo en el tintero, por supuesto. Quería haberle metido mano (qué frase más horrible, ahora que me doy cuenta) a las inteligencias múltiples, al flipped classroom, a la gamificación (qué palabra más horrible, ya me había dado cuenta), pero me ha quedado un artículo muy largo y prefiero hacer una segunda parte.

Para cuando la escriba, seguro que habrá salido una nueva metodología más que alguien habrá rescatado del siglo XIX. Verás tú.


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Si lo tuyo es la ficción, aquí tienes una lectura amena y simpática que te alegrar el fin de semana. Y si no te interesa nada de lo que tengo para ti, espero que vuelvas a aparecer por aquí cualquier otro día, aunque sea para saludar. 😉

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