Desde que Juan Naranjo publicó Mariquita, estaba deseando hincarle el diente a esta autobiografía ilustrada. Tuve que esperar a verano, porque el envío hasta Texas costaba más que el propio libro, y una vez lo tuve en las manos me duró una tarde.
El libro se quedó en Vitoria, con mi hermano, porque es uno de esos libros que quieres que la gente lea. Pero es mío, ojo, MÍO, y terminará firmado como que me llamo Ruth, que os quede claro.
Mariquita, Juan Naranjo
Mariquita, por si has vivido debajo de una piedra y no has oído aún hablar de este libro, es un relato autobiográfico en forma de cómic (perdón, novela gráfica) en el que el autor se encarga tanto del texto (que está escrito a mano, con tachones y todo) como de los dibujos.
Juan nos cuenta cómo fue su infancia y adolescencia en un entorno y unos años en el que ser homosexual suponía sufrir todo tipo de abusos. Nos da unas pinceladas de su vida en la universidad y de él como adulto, pero la fuerza del libro está en esas dos primeras partes.
Desde el primer grito de «marica», cuyo significado tuvo que preguntar en casa, Juan detalla años de tortura psicológica y física dentro y fuera de su casa. Ir a la escuela suponía un riesgo físico real. En el instituto, donde se suponía que podía empezar de cero y crear una nueva vida, no le fue mucho mejor. Distintas versiones de «Y nadie hizo nada» se repiten a lo largo del texto, que consiguen que a cualquier lector con un mínimo de empatía se le remueva todo por dentro.
Lo peor de la historia de Juan ocurría en casa, con un padre que nunca vemos en la novela con forma humana. Un monstruo que no aceptaba al hijo que tenía y que pensaba que, a base de maltratos de todo tipo, podía llegar a cambiar. El hijo plantó cara a su padre, que salió de su vida y dejó la paz que su madre y él necesitaban, y mi suspiro de alivio al leer esas líneas se tuvo que oír hasta en el polo (sur o norte, tú eliges). Perdón por el spoiler, pero sorry not sorry. Con historias reales, siempre necesito saber que todo acaba bien.
Pocas hostias reparte el mundo a quien se las merece de veras, así te lo digo.
Libro para la biblioteca del aula
Quiero este libro en las bibliotecas de todos los institutos.
Aunque los tiempos han cambiado y creo que hay menos «Y nadie hizo nada» (o eso quiero pensar), muchos de los episodios que Juan relata siguen ocurriendo, como tú y yo bien sabemos. Mariquita, por su formato, puede ser una herramienta maravillosa para hablar de muchos temas en clase o, simplemente, dejarlo al alcance de nuestros chicos y chicas y que sean ellos y ellas quienes se acerquen cuando lo necesiten.
Las razones son bastante obvias. Por un lado, el mensaje final del «Todo termina mejorando», ese It gets better que a menudo oímos en gente lejana pero no en nuestra realidad más cercana, puede ayudar a más de un adolescente a superar un mal bache. Por otro, el profesorado e incluso el resto del alumnado necesita darse cuenta de que el acoso escolar, venga de donde venga, lo paramos entre todos. No se puede ignorar, no vale hacerse el loco, no podemos pensar «así es la vida, ya aprenderá».
Pero, sobre todo, creo que va a ayudar a más de un chico a no sentirse solo. A ver que todo eso por lo que está pasando es un camino que muchos hicieron antes que él, que no es raro, que todo lo que siente y piensa es normal, y que jamás es aceptable que alguien te trate mal. Y a sus compañeros, con un poco de suerte, les ayudará a desarrollar una empatía que tanto faltó en la vida de Juan cuanto más falta le hizo.
Y puede que les dé también la valentía de contar su historia. Porque una vez la pongan sobre el papel, quizás consigan que la herida empiece a sanar.
Por supuesto, otro libro para adolescentes que no puedo evitar recomendarte es Antes de que todo se rompiera, también con personajes muy reales porque son reflejo de lo que me rodea. Y el Manual (in)falible de animación a la lectura será el complemento perfecto a la sección para profes de tu biblioteca, junto con todas las preguntas que surgieron en Profe, una pregunta.
Gracias por estar ahí. Gracias por leer. Y sobre todo, gracias por hacer que lean.
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