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Docente polivalente: el profesional ideal

9 marzo, 2022

Ahora que tan de moda está hablar de la profesión del futuro y de lo importante que es preparar al alumnado para las tareas que vendrán, no sé por qué no se le ha ocurrido a nadie que el profesional más polivalente que hay es un docente.

No, en serio: es increíble la retahíla de profesiones para las que estamos preparados, la lista es más larga que mi brazo.

¿No me crees? Mira.

Contrate a un docente, el profesional polivalente

Fotocopista

Esta es la más obvia. Un docente sería un hacha trabajando en una copistería. No hay máquina que se nos resista, no hay tipo de fotocopia que no sepamos hacer. Coño, si hasta soy capaz de sacar mi DNI por las dos caras, ¿sabes la de años de entrenamiento que he necesitado? No hay sueldo que lo pague.

¿Quieres la copia apaisada? ¿Te imprimo la presentación de Power Point con los comentarios? ¿Reducir un 25 por ciento para que quepa en un DinA4? ¿Ampliar a un DinA3? Por supuesto, no hay problema.

Cuando se atasca la fotocopiadora, el docente polivalente no necesita llamar al servicio técnico porque sabe encontrar el atasco sin ayuda. Y cambiar el toner. Y encuadernar (¿canutillo o anillas?). Y plastificar documentos con varios modelos de plastificadora.

Un docente polivalente tiene alma de copista. O de…

Dependienta en una papelería

Anda que no sería yo feliz vendiendo bolígrafos, papeles y cuadernos varios.

Atender a las familias que vienen buscando material para la clase de Plástica y no saben bien qué colores tienen que llevar, «eran solo tres pero ya no me acuerdo». Escoger los mejores pinceles para pintar en cartulina, «No te lleves esas tijeras que no valen para cartón gordo», «No, aquí no se hacen fotocopias», «Sí, ese papel le va bien para acuarelas».

Cualquier docente polivalente sabe, casi al tacto, si los cuadernos que han traído los y las peques son del tipo que ha pedido (lineado, cuadriculado, milimetrado) y es capaz de identificarlos en las estanterías de las grandes superficies desde lejos. Tener una papelería de confianza donde comprar los materiales que necesitas para clase (seas alumna o profe) es prioritario cuando la escuela es el lugar donde más horas pasas.

Diplomático/a

Ríete tú de una guerra mundial: lo verdaderamente difícil de mediar es una conversación entre dos familias que se llevan mal. El nivel de mano izquierda requerido para poder llevar a cabo tamaña hazaña nos convierte en pulpos más a menudo de lo que nos gustaría.

También están esos momentos en los que le tienes que decir a una familia que su querido angelito no es tan angelito, o que el pequeño genio no es tan genio; pero hay que decirlo con cuidado de no ser demasiado brusca (porque te puedes llevar un guantazo) ni demasiado suave (porque puede que no lo pillen). Que salgan de la reunión dándote las gracias por haber puesto ciertas verdades sobre la mesa y dispuestos a trabajar contigo es más difícil que conseguir que Putin no toque el botón rojo.

Homeópata

Homeópata y docente: las dos profesiones que curan todo con agua.

¿Te has arañado la rodilla? Ponte un poco de agua. ¿Te duele la cabeza? Refréscate con un poco de agua. ¿Tienes calor? Lávate la cara.

¿Tienes sed? Mira, no, no te voy a dejar ir al baño por tonterías.

Nutricionista y experto/a en alergias alimentarias

Cualquier docente polivalente a quien le haya tocado llevar el comedor de un colegio bordaría la labor de nutricionista. Se convertirá en experta en el aporte calórico de los menús escolares, la proporción exacta de proteínas e hidratos y la mejor manera de explicarle a una familia que ella no va a darle de comer a la boca al niño de doce años, por mucho que en casa sí lo hagan.

También se sacará, sin pretenderlo, una licenciatura exprés en alergias a base de no dormir por la noche pensando en lo que puede pasar si la niña alérgica al huevo se confunde de plato, o si un cacahuete cae donde no debería.

Por no hablar de los diabéticos y sus bajadas de insulina. Qué divertido es tener que llamar a la ambulancia porque se te desmaya un peque en el comedor.

Un docente polivalente te hace una dieta para celíacos, diabéticos y alérgicos a las nueces en un momento y por cuatro duros. Te lo digo yo.

Detector de objetos

Objetos de cualquier tipo. ¿Has prohibido algo en tu oficina y quieres asegurarte de que nadie trae dicho objeto? Contrata a un docente polivalente.

¿No quieres que haya móviles en la reunión? Un docente polivalente se dará cuenta de quién tiene uno mucho antes de que lo saque de la cartera o el bolsillo. Captará hasta el más mínimo cambio corporal, la primera mirada culpable, esa desvío de ojos hacia donde no deben desviarse.

¿Has pedido a tu equipo que no traigan comida por si las hormigas y demás bichos? No contrates a un sabueso, contrata a un docente. Será capaz de darse cuenta de dónde está la comida antes que cualquier perro. Un docente polivalente conoce al dedillo los rincones más insospechados donde alguien con mala idea o mucha hambre puede ocultar un donut, una bolsa de Risketos o (horror) un chicle.

Si esto no es una profesión del futuro, ya me dirás qué es.

Hay muchas más profesiones, claro. Valemos para animador sociocultural, cuentacuentos, detector de mentiras (aunque fallamos más que una escopeta de feria), bibliotecaria, modelo de Desigual… Pero me vas a permitir que me guarde unas cuantas ideas por si algún día me da por colgar la tiza. No vaya a ser que todo el mundo tenga la misma idea y se cope el mercado.


Si te ha gustado esta entrada, espero que te animes a echar un vistazo al libro que publiqué con Plataforma Editorial, Profe, una pregunta, donde me planteo todas las dudas que me surgen a la hora de dar clase. También puedes hacerte con Manual (in)falible de animación a la lectura y llenar tu cabeza de ideas para llevar al aula.

Si lo que buscas lectura de entretenimiento,  Armarios y fulares conseguirá hacerte reír. O también puedes averiguar qué es lo que pasa en un fin de semana entre amigos en Antes de que todo se rompiera.

Como siempre, gracias por estar ahí. Gracias por leer.

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