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Altas capacidades: escuela de gatos y guepardos

27 mayo, 2020

Ser una procrastinadora nata, como servidora, tiene como resultado retrasarlo todo.

Incluida la formación que tenías que hacer a principio de curso y estás haciendo ahora.

Una de esas formaciones que me queda pendiente es un curso sobre niños y niñas con altas capacidades. Lo estoy haciendo online por eso de la seguridad y voy más lenta que la tortuga de la dichosa fábula. No porque no me interese (¡por fin una formación que me gusta!), sino porque tenemos que leer chorropocientos artículos.

Y hacer redacciones. Los profes. Que si esto no es karma, que baje Dior y lo vea.

Es muy interesante, sí, porque mucho de esos artículos se dedican a desmitificar las ideas preconcebidas que tenemos sobre niños y niñas de altas capacidades. Habla de cómo identificar a los y las peques que están por encima del nivel del grupo no porque se esfuercen y sean listos, sino porque su capacidad es otra.

No es fácil identificarlos. Cualquiera que haya dado clase unos años sabe que a veces, una niña con altas capacidades tiene aspectos que parecen mostrar lo contrario. Malas notas, hiperactividad, mala actitud… Ya sabes de qué hablo.

Pero claro, este curso habla solamente de los niños y niñas de altas capacidades, y a mí se me llevan los demonios en algunos momentos, porque no hace más que señalar lo que la escuela hace mal. Así que, como me suele pasar, he venido a desahogarme al blog.

Perdona por la pataleta, pero llevaba mucho tiempo sin una y ya tocaba.

Altas capacidades en la escuela de guepardos y gatos

Una de las ideas recurrentes del curso, con la que estoy de acuerdo la mayor parte del tiempo, es que las altas capacidades no sirven de nada si no se da la oportunidad de que se conviertan en talentos o habilidades.

Piensa en Mozart. ¿Habría sido un niño prodigio de la música si hubiera nacido en casa de charcuteros en lugar de músicos? Yo creo que no.

Hay un artículo en mi curso que me ha gustado y cabreado a partes iguales. En él se habla de las altas capacidades utilizando un guepardo como metáfora.

¿Cómo identificas a un guepardo? Por sus manchas, por la forma de su cuerpo. ¿Cuál es la característica más llamativa de un guepardo? Que puede correr hasta a 70km por hora.

Pero, si ese guepardo está enjaulado y no se le permite correr, ¿es también un guepardo? ¿Lo es cuando está en en zoo y no tiene espacio para alcanzar esa velocidad?

Un guepardo necesita correr para alcanzar presas muy veloces, como ciervos o gacelas; si solo se le da de comer conejos, con su velocidad se pasaría y dejaría la comida atrás. Se moriría de hambre. ¿Sigue siendo un guepardo?

¿Y si se le da pienso? ¿Y si engorda y pierde su forma esbelta? ¿Y si se rompe una pata y no puede correr?

El artículo compara los guepardos con los demás felinos. El león necesita fuerza, no velocidad; un gato casero va a ir a por ratones solo por placer porque tiene comida asegurada, y un lince no necesita alcanzar 70km por hora para pillar a sus presas. ¿Cómo vamos a meter al guepardo en este grupo?

Y aquí es donde me enfado, porque hasta ahora me había gustado la comparación entre guepardos y altas capacidades. Pero ahora me tocas al resto de felinos y tengo un problema gordo.

La escuela de felinos varios

Nuestras escuelas, cualquiera de ellas, no están solo compuestas por guepardos. Sí, claro que un guepardo necesita correr, claro que le estamos haciendo un flaco favor si no atendemos a sus necesidades. No se le pueden dar liebres. No se le puede dar pienso.

El problema es que, en nuestro centro de recuperación de animales salvajes (no es un zoo, porque los preparamos para la vida en libertad, o deberíamos), no tenemos solo guepardos. Tenemos leones y leonas, tenemos linces, gatos salvajes y caseros, pumas, tigres… y muchos de ellos nos vienen cojos, o sin uñas, desnutridos y hasta ciegos.

Nuestro presupuesto es el que es. Podemos comprar gacelas o liebres, pero no los dos. Tenemos un espacio limitado en el que tienen que convivir todas las especies. Los leones son depredadores de guepardos y no pueden estar juntos. Los gatos caseros no saben cazar. Los tigres sacan las uñas más a menudo de lo que deberían.

Si ponemos solo gacelas, se nos va a morir de hambre la mitad del centro. Si ponemos solo ratones, estamos desnutriendo a una gran parte de nuestra fauna. Las liebres son el término medio, aunque ni de lejos alimenta a guepardos o gatos.

La escuela pública da cabida a todo tipo de niños y niñas. Altas capacidades, necesidades especiales, niños y niñas que no hablan el idioma vehicular del centro, con problemas en casa, con problemas físicos o emocionales… En un mundo ideal, nuestro horario y nuestros medios nos proporcionarían las herramientas necesarias para atender a cada uno como se merece.

Pero no vivimos en un mundo ideal.

No quiero decir con esto que la escuela pública no se haga cargo de los niños y niñas con altas capacidades. Lo hacemos. Igual que nos encargamos de todos los demás.

Lo que me da rabia es la exigencia, desde las altas esferas, para que sean los docentes quienes se encarguen de ello sin medios materiales ni de tiempo.

Toma un puñado de liebres y arréglate para que los guepardos sigan siendo guepardos. Ah, y que los gatos lleguen al menos a tigre, ojo.

Sé que el curso tiene como objetivo hacernos pensar en cómo actuamos en el aula con un grupo concreto de alumnado, que no me está echando nada en cara sino que trata de darme herramientas.

Pero yo no puedo pensar en términos de animales concretos. Porque yo soy educadora de felinos y, aunque trato de dar lo mejor a cada uno de ellos, el milagro de los peces y los panes tiene sus límites.

Si no conseguimos bajar la ratio, ampliar los recursos y el profesorado de PT, ¿cómo damos un trato especial al alumnado de altas capacidades? ¿A cambio de qué se hace algo así? ¿De perder al resto por el camino?

Este curso ya ha terminado para mí, así que todo lo que estoy aprendiendo en esta formación serán cosas que aplicaré en agosto, cuando tú estés en la playa y yo vuelva al tajo aquí en Texas. Tiene algunas buenas ideas que seguro que aprovecharé, pero más les vale dedicar alguna sección a cómo conseguir que cada grupo se desarrolle como mejor le conviene.

Veinticuatro años en el tajo y aún sigo buscando la manera. Quizás ellos la tengan.


Si te apetece leer más divagaciones como esta, puedes echarle un vistazo a Profe, una pregunta, de la editorial Plataforma. Si lo que necesitas es una lectura más veraniega, la novela Armarios y fulares es perfecta para llevar a la playa. Y no te olvides de que Antes de que todo se rompiera para los y las adolescentes de tu vida (los que siguen en la adolescencia a los cuarenta también cuentan).

Gracias por estar ahí. Gracias por leer. 

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