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Comprensión lectora y el caballo blanco de Santiago

5 febrero, 2020

Si tienes una edad, seguro que has pillado la referencia del título. Seguro que a ti te contaron el dichoso chiste y caíste como yo.

Si eres milenial, espera, que te lo explico (y te doy permiso para soltarme un «ok, boomer», aunque yo sea «gen X»).

Alguien te preguntaba «¿de qué color era el caballo blanco de Santiago?» y tú, que no estabas prestando mucha atención, contestabas «yo qué sé, marrón, supongo».

Yo fui a EGB, que dirían aquellos, y salí así de gili…

La comprensión lectora (y auditiva) dejaba bastante que desear, y quizás fuera porque nuestros exámenes y demás pruebas escritas exigían bastante poco en lo que a comprensión se refería, o al menos así los recuerdo yo. Nuestra técnica, sobre todo en Inglés, era buscar la parte del texto en la que aparecía el ochenta por ciento de las palabras de la pregunta en ese mismo orden. El otro veinte por ciento era la respuesta.

Luego solo tenías que ponerlo bonito. «What does Jack have in his pocket?» «Jack has a pen in his pocket».

Sobresaliente al canto. Bikain, que lo llaman en mi tierra.

Sé que no todo pudo ser así, porque si no, yo no hubiera llegado al instituto con el nivel de comprensión lectora que tenía en euskera y castellano. Sé que nos tuvieron que pedir mucho más que «¿de qué color era la casa azul de Lola?» en los cursos altos.

Igual se hacía de otra manera, mucho más orgánica, sin el metalenguaje que utilizan a este lado del Atlántico.

Pero ahora veo el nivel que se les pide a mis peques de quinto y alucino bastante.

«¿Cuál es la intención del protagonista para llevar a cabo sus acciones? Muéstrame evidencias en el texto».

«¿Cómo crees que se siente el personaje principal cuando llega a la casa de la abuelita? ¿En qué te basas?»

«¿Qué crees que opina el autor sobre el texto que has leído? Explica por qué lo piensas».

Y ahí los ves, peinando el texto con un peine de púas finas para ser capaces de adivinar qué piensa la autora e inferir (te juro que usamos esa palabra en clase) la intención de cada uno de los personajes.

Y suelen acertar, no te lo pierdas.

Pero, ¿cómo se trabaja la comprensión lectora cuando una peque tiene problemas? ¿Qué se puede hacer para echarles una mano?

Cómo me alegro de que me hagas esta pregunta.

Comprensión lectora: mejorarla es posible

Más allá del texto

Lo primero que deberíamos tener claro es que la comprensión lectora va más allá de los textos escritos. Nos obcecamos con hacerles leer y pedirles que se fijen en cada detalle, sin darnos cuenta de lo mucho que a los y las peques les cuesta a veces descifrar un texto.

Ni siquiera estoy hablando de quienes tienen problemas de dislexia, disgrafia o cualquier otro tipo. Leer es agotador para algunos niños y niñas. Sobre todo si lo tienen que hacer para contestar a las preguntas de la pesada de siempre.

(La pesada de siempre: yo. Esto es así).

Sin embargo, si les preguntas por su película favorita, seguro que consigues que te hagan un resumen donde no falte detalle (y que por eso mismo deje de ser un resumen, soy consciente). Si les preguntas por su personaje favorito en esa misma película, te van a dar pelos y señales sobre él o ella y van a acribillarte a razones por las que es la mejor.

A veces es solo un «porque es graciosa» o  «porque es muy guapo», pero eh, anda que no hubo gente que se coló por Edward Cullen (en los libros) y ya me dirás tú qué tenía ese de especial. Peligroso, sí; tóxico, también. ¿Pero especial? Nah.

No nos damos cuenta, pero la mayoría de las estrategias de comprensión son transferibles entre géneros. Entender qué lleva a un personaje a enfrentarse a una aventura necesita las mismas técnicas sea una película, un libro o un cómic.

Y sí, ya sé que el esfuerzo no es el mismo, que el medio es distinto y que una película o un cómic tiene imágenes que un texto escrito no. Sé que no es igual. Lo sé.

Pero.

Si nos acostumbramos a sacar punta a todas las historias a las que están expuestos y aprovechamos las que más les gustan para trabajar la comprensión lectora, audiovisual o como quieras llamarlo, cuando llegue el momento de hacerlo en un texto que hayan tenido que leer sin ayuda les será más fácil. Solo tendrás que traducirles el medio, pero no la estrategia.

Que no es poco.

Modela la respuesta

Esto es algo que me chocó mucho cuando llegué a Texas: te piden que pienses en voz alta en clase.

Delante de los niños y niñas, te haces a ti misma la pregunta que les vas a hacer después y modelas buscar la respuesta en el texto. Mientras lo haces, explicas, con tu perspectiva adulta, qué te hace llegar a la respuesta.

Permíteme un cutre-ejemplo:

«¿Cómo se siente el personaje? Hm, veamos. Aquí dice que tiene lágrimas en los ojos y mira por la ventana mientras su padre se aleja. En la escena anterior hemos leído que su padre se va a marchar a otro país. Así que yo creo que está… ¡triste!»

Aunque parece una tontería, y a mí me lo pareció cuando empecé con ello, es algo que no tenemos tendencia a hacer, sobre todo en cursos altos. Damos por supuesto que van a ser capaces de inferir lo que preguntamos, pero no siempre es así, sobre todo si, como ocurre a menudo, les falta práctica leyendo (o consumiendo textos de cualquier tipo).

Tenemos tendencia a dar por supuestas muchas cosas, y eso que la primera norma de una maestra debería de ser «nunca des nada por supuesto». Modelar tu manera de sacar conclusiones del texto les ayuda y les hace saber, bien a las claras, qué tipo de respuesta esperas de ellos y ellas.

Lee en voz alta

Me da igual la edad que tengan tus peques: a todos y todas les gusta que les lean en voz alta.

Yo ahora estoy leyendo Echo, de Pam Muñoz Ryan, con mi clase de quinto, y les flipa.

(No solo a ellos: a mí también, porque he conseguido no adelantarme en la lectura y no hacer trampa, con lo que estoy descubriendo lo que ocurre al mismo tiempo que ellos, no tengo ni idea de lo que va a pasar y me tiene en ascuas).

A pesar de mi acentazo en inglés, pongo voces, hago inflexiones, comparto mis teorías sobre lo que va a ocurrir, me hago preguntas en voz alta y cierro el libro de manera teatral cuando la tensión sube tanto que la clase entera está pendiente de la próxima línea (soy mala, jejeje).

Barajamos hipótesis sobre lo que va a pasar.

Hablamos de los personajes.

Aclaramos contenidos que puede que no tengan claros (ocurre en la época de la Segunda Guerra Mundial, que a sus diez años no controlan).

Les dejo un rato para hablar de lo que hemos leído hasta entonces.

Y lo uso como premio por buen comportamiento. Es mi manera de que todo el mundo vuelva del recreo lo más rápido posible, porque así leemos.

(Vale: tengo una clase con un comportamiento excepcional. No funciona en todos los casos. Pero en la mía hace maravillas).

En esos diez minutos de lectura en los que toman notas sobre lo que ha ocurrido, trabajamos la comprensión lectora a un nivel muy alto, sin apenas esfuerzo. Hablamos de la motivación de los personajes, lo unimos a sus experiencias, trabajamos la escucha activa y me sirve como regulador de comportamiento. Todo son ventajas.

(Nota: nunca uses la biblioteca como lugar de castigo, por favor. Te lo suplico).

Lee lo que les gusta

El curriculum es el que es y el tiempo es limitado, lo sé. Pero, en la medida de lo posible, utiliza las historias que gustan a tus peques para trabajar la comprensión lectora.

Que sí, que el libro de Lengua trae unos textos maravillosos, pero si tus peques no tienen un nivel de lectura que les permita acceder a ese lenguaje, te va a dar igual lo bien pensada que esté la lección del libro.

Ídem con aquellos y aquellas cuyo nivel está por encima y se aburren como ostras con las lecturas de clase.

Entérate de lo que leen y léelo tú también. Si estás en Primaria, no te va a costar mucho terminar sus libros, y así poder usarlos en clase. En Secundaria vas a tener la opción de encontrar pequeñas joyas si te dejas guiar por tu clase (como muestra un botón, ejem), aunque quizás te toque leer alguna de vampiros acosadores por el camino.

Eso no quita que también tengas que hacerles leer lo que manda el curriculum. Pero si has hecho el trabajo de cantera con lecturas que les gustan, dar el paso a tochos más grandes y mucho más difíciles les va a costar menos.

Piensa en cómo lo hiciste tú. Piensa qué te enganchó a leer y por qué eres tan buena lectora.

Porque lo eres. Que estés aquí es prueba de ello.


La comprensión lectora se puede trabajar de muchas maneras, en el aula y en su tiempo libre. Si no sabes qué libro recomendar a tus peques, aquí puedes encontrar unos cuantos que harán sus delicias. También tienes alguno para ti, que no creas que solo de literatura juvenil vive este blog. Echa un vistazo y encontrarás algo que te guste, seguro.

Gracias por venir. Gracias por leer.

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2 Comments

  • Reply Raquel 17 febrero, 2020 at 3:53 pm

    He llegado hace poco a tu blog y me encanta leerte. Gracias por los consejos.

    • Reply Ruth 18 febrero, 2020 at 2:14 am

      ¡Gracias a ti por comentar!

    Responder a Raquel Cancel Reply